El desolador estado de la cubierta de la Catedral obliga a una actuación urgente
Han vuelto. Algunas han comenzado la ardua labor de anidar en los afilados pináculos de la Catedral. Las temidas cigüeñas intentan recuperar un territorio del que fueron desahuciadas hace años. Sus pesados nidos -de hasta una tonelada- pusieron en serio peligro algunas de las zonas más inestables de la Catedral. Ahora, han retornado, después de varios años de ausencia, en los que sus nidos parecían totalmente extinguidos. Igualemente, las palomas, con unos excrementos probadamente tóxicos para la piedra, se han convertido en otro de los enemigos declarados.