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La mayor feria de arte contemporáneo del país cierra sus puertas con un volumen de ventas histórico a causa de las compras de los museos

El gran negocio de Arco

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Efe - MADRID.

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La XXII edición de Arco cerró ayer sus puertas habiendo cumplido el pronóstico de que sería «la mejor de las celebradas hasta ahora», con un éxito de ventas y de nuevos contactos para las galerías sin precedentes en los últimos años, al que no ha sido ajena la capacidad de arrastre del país invitado, Suiza. «Ha sido la mejor de cuantas ediciones se llevan celebradas hasta ahora», afirmaba ayer su directora, Rosina Gómez-Baeza, que destacaba el récord tanto en lo que a volumen de negocios se refiere -«el más alto de los últimos años»-, como de visitantes, que esta noche al cierre podrían superar los 190.000. La directora de Arco aprovechó el acto para presentar a Grecia como país invitado de la próxima edición, a la que acudirá con dieciséis galerías, en su mayoría de Atenas y Tesalónica, las dos ciudades más activas en arte contemporáneo, y con un programa de exposiciones que también se desarrollará, paralelamente, en museos y en centros de arte. Sobre la razón de tan buenos resultados logrados en esta XXII edición, Rosina Gómez-Baeza señaló que hay que buscarla en «la presencia de los grandes establecimientos y de las grandes obras presentadas por ellos, así como en los programas de coleccionistas y de debate» celebrados, que son «absolutamente fundamentales para las galerías». Han sido en total 279 galerías, sesenta de ellas por vez primera, las que han presentado sus propuestas en esta feria, en la que han predominado los soportes clásicos pero en la que también ha habido mucha fotografía y mucho vídeo. Entre los centenares de obras vendidas, sobre las que las galerías no siempre dan información, y entre las que no siempre figuran las de mayor cotización, han estado desde las de autores ya históricos como Matta, Dalí, Saura, Léger, Chirino, Tàpies, Palazuelo, Picasso, Klee, Chillida o Neumann, hasta las de creadores más recientes, como por ejemplo pueden ser Peter Halley, Juan Muñoz, Mark Lewis, Santiago Serrano, Sicilia, Barceló, Tacita Dean o Alicia Framis, por citar algunos. Numerosas han sido también las instituciones y entidades privadas españolas que han adquirido obra, desde el Museo Reina Sofía (unos 500.000 euros) hasta la Fundación Arco (149.000 euros), pasando por el Centro Galego de Arte Contemporáneo (180.000), la Fundación Coca-Cola (300.000) la Fundación La Caixa, Caja Madrid, el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, o la Fundación Picasso. Presentación del Musac La feria Arco ha servido también para la presentación de «los nuevos museos de Palma de Mallorca, Cataluña y Asturias»; y muy en especial, el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, que abrirá sus puertas el año 2004 en la capital leonesa, presentaciones que la directora calificó de una importancia «absoluta con vistas a la creación de audiencias informadas que apoyen la creación y el coleccionismo en nuestras ciudades», añadió Gómez-Baeza. Por lo que respecta a Suiza, el país de Europa que concentra mayor número de coleccionistas, su presencia como invitado especial «se ha traducido en buenos resultados para la inmensa mayoría de las dieciocho galerías, que han vendido tanto a coleccionistas públicos como privados obras importantes, por lo que muchos de ellos quieren repetir», señalaba ayer, satisfecho, su comisario, Martin Schwander. Pero, además, esa presencia del país alpino ha propiciado asimismo que en Madrid estuvieran este año, dentro del programa general, establecimientos artísticos suizos de primerísimo orden, con nombres como Beyeler o Krugier, que poseen un inmenso e indudable poder de arrastre entre los coleccionistas. «El que estuvieran aquí ha beneficiado al conjunto de los expositores», señalaba ayer una representante de la Galería Elvira González, a la que las cosas le han ido este año «muy bien, algo mejor incluso que el año pasado» y que ha vendido sus piezas más significativas precisamente «a museos». La edición del 2003 de Arco, declaraba satisfecha su directora, «ha transcurrido con perfecta normalidad y sin que se haya dejado sentir en ella el clima prebélico que se vive en el mundo».