Kilómetros de historia

Cientos de miles de legajos habían cercado «físicamente» durante años a los empleados del Archivo Histórico en la antigua cárcel de Puerta Castillo. Tras veinticuatro meses de obras, presupuestadas en algo más de un millón de euros, el viejo edificio reabre sus puertas a los investigadores. Inicialmente la reforma pretendía facilitar el acceso a los minusválidos, pero ha supuesto una gran renovación interior, para aprovechar los espacios y solventar el caos de un inmueble «enterrado» por kilómetros de documentos. La directora del Archivo Histórico, Carmen Fernández Cuervo, suspira con alivio. Desde su numantino despacho, llevaba años resistiendo la invasión de los papeles, al no existir una normativa que especifique qué documentos han de guardarse y los que se pueden destruir. La desesperación llegó a tal límite que llegó a confesar tras el incendio de parte del catastro: «La selección natural funciona». Junto a la reorganización del archivo, que obligó a clausurar la sala de investigadores, el Ministerio tuvo que intervenir de urgencia en la contigua Iglesia de los Descalzos, tras detectar desprendimientos y por temor a que la fachada llegara a desplomarse. Este templo, construido a principios del siglo XVII y cerrado al culto desde los años setenta, guarda bajo su enorme cúpula miles de documentos de la provincia. Aquí los bancos para el culto han sido sutituidos por prácticos archivadores metálicos. La rehabilitación de la iglesia ha costado 180.300 euros y el leve terremoto que se dejó sentir en León hace unos días permitió comprobar a los técnicos que la grieta de la fachada era estable. El lunes los investigadores podrán regresar, tras meses en dique seco. El rastreo de pergaminos y libros, a veces, da sus frutos. Fernando Alonso, por ejemplo, descubrió aquí la carta y el porteo más antiguos de España. También los mormones se han interesado por el Archivo Histórico Provincial y llegaron a enviar a un experto que microfilmó los documentos más interesantes para su misteriosa biblioteca de Utah. Cada día entre doce y quince investigadores revuelven los legajos de un edificio convertido en vertedero de documentos. Los fondos son propiedad del Estado, pero su gestión y el personal están adscritos a la Junta. El año pasado 1.500 ciudadanos se acercaron al Archivo, la mayoría para consultar temas de herencias o para acreditar la propiedad de fincas.