La compañía vasca Tanttaka Teatroa presenta esta noche en el Emperador «La mano del emigrante», una adaptación del libro de Manuel Rivas
Entre el apego y la pérdida
Periodista y gallego. Nadie como Manuel Rivas -que conmocionó el mundo literario con El lápiz del carpintero- para describir la tragedia de miles de emigrantes de una de las regiones más castigadas por la miseria y un exilio forzado. Fiel al texto, la compañía vasca Tanttaka Teatroa recrea las historias de dos tipos de personajes -el emigrante y el naúfrago-, unidos por el deseo de encontrar una segunda oportunidad. Seres humanos que se debaten entre el apego por una nueva vida y la pérdida por una tierra que representa lo que han dejado atrás y que ya no es la suya, porque se han convertido en ciudadanos de ninguna parte. Con un reparto de once intérpretes y música en directo, La mano del emigrante es el relato de dos amigos gallegos que trabajan de camilleros en un hospital de Londres. La muerte en un accidente de uno de ellos provoca el regreso del otro. Una historia dura y difícil que, sin embargo, no está exenta de ese fino y peculiar humor gallego tan «autóctono» y, a un tiempo, tan «inglés», por lo que tiene de absurdo y surrealista. Como anécdota, la actriz Teresa Calo es hija de emigrantes gallegos y su madre, de 80 años, también actúa en la obra. La representación, al igual que el libro, se divide en tres partes, los «harapos cosidos» que dice Manuel Rivas: la que describe la vida de los emigrantes en Londres; la que narra experiencias de personas que han sufrido un naufragio; y el álbum furtivo, con las fotografías tomadas por el propio Rivas y que se proyectarán sobre más de 50 maletas, que al abrirse e iluminarse permiten ir recreando las atmósferas y los lugares por los que discurre la narración.