Paisajes fronterizos

Desde Alcaraz, en la frontera de Murcia, Andalucía y Castilla-La Mancha, llega a la galería Sardón el pintor Qijano (sin «u») -y nada que ver con la musical familia leonesa de Café Quijano que, por cierto, también acoge en su seno a un gran artista plástico-. Qijano tiene ya una larga trayectoria pictórica en la que se observa la particularidad de que realiza sus cuadros por series monotemáticas. En esta ocasión la obra que presenta a los espectadores leoneses, es un homenaje a dos grandes valores de la pintura española: Díaz Caneja y Benjamín Palencia, dos expléndidos paisajistas a los que Qijano dedica una serie de óleos llenos de fuerza conceptual. Pinturas de gesto enérgico y color poderoso en las que se reflejan los paisajes albaceteños que el artista ama. La pintura de Qijano contiene elementos de delicado expresionismo y composiciones de claro acento geométrico. Sobre su obra ha dicho el crítico Joan Luis Montané: «Se basa en la utilización de la espátula a partir de la síntesis formal, con la que elucubra, transforma y plasma un universo de cuadrados que van conformando, poco a poco, una composición austera, sobria, castellano-manchega, de colores mezclados, dotados de fuerza, que describen un homenaje a la austeridad de Díaz Caneja y a la síntesis matérica de Benjamín Palencia». Cuenta Qijano que su pintura «tiene connotaciones abstractas, aunque en este caso es plenamente figurativa», tal y como es la pintura de los dos maestros a los que dedicada la exposición. «Pero en otros capítulos de mi pintura todo cambia, la mayoría de las veces teniendo como referencia concreta el trabajo de un maestro que figure entre mis preferidos». El artista realiza en Álcarez, tierra fronteriza y llena de influencias de las diferentes regiones que la rodean, «una intensa labor en busca de la recuperación de creaciones artesanales, como alfombras y otros objetos que rescato en una acción museística que me está dando muchas satisfacciones». Pinturas llenas de sugerencias de un artista que se muestra en la plenitud de su carrera, superados los problemas técnicos que plantea la creación plástica con unas ideas plenamente lúcidas. Un pintor que sabe lo que hace y conoce perfectamente el destino al que le llevan sus acciones.