Diario de León

Javier Prada presenta hoy en Sierra Pambley «Las jaimas de Ard-El-Gamar. Viajeros de León hasta la pasión saharaui»

De Ponferrada a Tinduf

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Emilio Gancedo - LEÓN.
León

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«Tengo 46 años y nací en Auserd. En mis primeros años seguí a mi familia como nómada por el desierto. Éramos seis hermanos, todos varones. Cuando nací, mi padre tenía más de 30 años y mi madre veintitantos; mi padre murió en el año 76, uno después de la ocupación mauritano-marroquí, y mi madre murió en El Aaiún ocupado en 1995». Este fragmento es sólo el comienzo de uno de los capítulos de Las jaimas de Ard-El-Gamar. Viajeros de León hasta la pasión saharaui, un libro que saca a la luz, dotándolos de dignidad y valor, testimonios directos de los auténticos protagonistas de una situación política, la del Sáhara Occidental que, después de casi treinta años, sigue pareciendo tristemente irresoluble. Además, la observación precisa, crítica, asombrada o curiosa, siempre humana, de su autor, acompaña en todo momento esta serie de reflexiones y vivencias de un viajero desplazado desde el viejo Reino de León hasta los confines del noroeste africano. Una obra que se presentará esta tarde, en la Fundación Sierra Pambley de la capital leonesa, a las 20.00 horas. Su autor, el berciano Francisco Javier Prada Fernández (Priaranza, 1954) profesor de Historia retirado por una dolencia visual, nos cuenta cómo se gestó este extraordinario libro. En 1995 comenzó a cursar el doctorado en Historia en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Uno de los cursos de doctorado que eligió se refería a los libros de viajes del siglo XIX, un tema que de inmediato le llamó la atención poderosamente. Y pensó en un destino que, desde hacía ocho años, le tenía, de algún modo, fascinado. Porque ése era el período de tiempo que llevaba acogiendo, durante los veranos, a niños saharauis en su residencia de Ponferrada, como han hecho tantas otras familias. Prada le comentó a la profesora la posibilidad de realizar el trabajo de la asignatura sobre ese lugar concreto, y ésta le propuso que el trabajo podría versar, precisamente, sobre el viaje que él tenía pensado hacer a la zona; narrando su propia experiencia y visión personal de la situación en el Sáhara. Fue así como, hace justamente dos años, Javier Prada pasó 21 días en el campamento de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia). A su regreso, presentó el trabajo en el curso de doctorado y las profesoras, ante el contenido de testimonios recopilados y de pensamientos redactados por el «alumno», le propusieron al momento su publicación, para sorpresa de su dueño. Prada recibió, de esta forma, el premio y subvención del Fondo de Iniciativas Culturales de la Once en el año 2002. Además, y por otra parte, el primer borrador del que sería futuro libro fue escrito gracias a la técnica del Braille. La vida, según narra Javier Prada, es, en los territorios por él visitados, «muy complicada». La convivencia con el pueblo saharaui le hizo ver las difíciles condiciones en las que tiene lugar la existencia cotidiana de estas gentes, tanto en lo que se refiere a alimentación e higiene como a perspectivas económicas, educativas y políticas. Pero todas esas dificultades son suplicas, a juicio de Prada, «por el corazón tan grande que tienen, y una sonrisa que no les abandona nunca». Los problemas a los que han de enfrentarse le hicieron ver a este autor leonés lo absurdo y nimio de muchas de nuestras preocupaciones. Otro detalle importante lo forman las ilustraciones, a cargo del saharaui establecido en León Salek Brahín, plenas del espíritu de su pueblo: esperanzador, indómito, grande y digno. Así nos lo enseña el libro de Javier Prada.

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