El escritor leonés José María Merino presentó ayer en el Club de Prensa del Diario de León su nueva novela, «El heredero», la historia apasionada de una saga familiar que abarca todo el siglo XX
«Aquí está todo cuanto sé de literatura»
De «subyugante», «sorprendente» y «fruto de una enorme madurez literaria» calificó ayer Alfonso García, director del Instituto Leonés de Cultura y coordinador del suplemento literario El Filandón, la obra El heredero de José María Merino, durante la presentación que tuvo lugar ayer en la ciudad de esta nueva novela del autor leonés. Después de la intervención del subdirector del Diario de León, Rafael Blanco, quien esbozó una pequeña semblanza de quienes intervinieron en el acto, Alfonso García repasó, una a una, las claves más señeras de esta novela «que rompe los esquemas de las tradicionales novelas de sagas familiares», como dijo. Ante un Club de Prensa repleto, Alfonso García hizo ver a los presentes cómo El heredero responde a un tipo de novela que, aunque admitió no gustarle el término de «coral», «sí que responde -afirmó- a un concepto de novela sinfónica, de personajes y de historias que se van entrelazando y convergiendo a la manera de un auténtico encaje de bolillos». El gran oficio literario que ha demostrado Merino en sus anteriores obras y esta nueva creación nos hablan con claridad, según señaló García, del «esfuerzo permanente» y de la «dedicación plena» que a las letras ha consagrado este escritor. El director del ILC también recordó los guiños leoneses que cuajan toda la novela, como el hecho de que la casona que sirve de escenario a la historia («Isclacerta») se encuentre en Babia, o las referencias al Tren Hullero, San Froilán, la indumentaria de los montañeses, etc. Otro aspecto que tocó fue el de el «homenaje a la emigración» que supone esta obra, así como las referencias literarias, sociales e históricas que en ella están presentes. Al tomar la palabra, José María Merino se felicitó de la existencia de lectores como Alfonso García, «que recogen ese mensaje dentro de la botella» que constituyen sus libros. Merino hizo hincapié en que en El heredero «ha cristalizado todo lo que yo sé en materia de literatura», y en que va impresa en sus páginas «una experiencia de años». El autor recordó que el germen de la novela irrumpió en su mente en el momento en el que terminó el pasado siglo. «Yo pensé que el siglo XX no se iba a acabar nunca», dijo, «pero un buen día se acabó. Y hoy nos encontramos en este siglo XXI que ha comenzado de una forma azarosísima, con la amenaza de una guerra injusta». Esa vivencia, y el convencimiento de que él era un producto típico de la XX centuria le hizo plantearse la siguiente pregunta: «¿Qué supuso realmente el siglo XX para un español?». Para responder a esta cuestión envió «de viaje» a su «intuición», una parte secreta y poderosamente creativa de nosotros mismos, y ésta arribó a Puerto Rico encarnándose en la persona de un indiano, el iniciador de la saga que, como todos los emigrantes «que triunfaban», regresó a su tierra natal, en este caso a Babia, una «montaña humana» -como expresó- para terminar aquí sus días e iniciar en el viejo Reino una nueva dinastía. La historia, apasionada y vibrante, de esas cuatro generaciones, sus anhelos, logros, tristezas, diferencias y encuentros entre sí, son los cimientos con los que levanta Merino esta historia «caliente», como él la llamó, llena de secretos y de emociones, viva, y, sobre todo, profundamente humana.