Diario de León

Los escritores leoneses Emilio Silva y Santiago Macías rescatan la historia de «los trece de Priaranza» en el libro «Las fosas de Franco»

Muertos sin cementerio

León

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Ejecutados y enterrados en fosas anónimas, pero no olvidados. Hubo un tiempo en el que, cuando se pregunta por las víctimas de la guerra civil, en algunas localidades leonesas respondían: «En este pueblo hay más muertos fuera del cementerio que dentro». Las fosas de Franco. Los republicanos que el dictador dejó en las cunetas pretende reabrir los horrores de una historia silenciada durante décadas. Alguien dijo que no hay nada más difícil de creer que la verdad. Ciertamente, el relato aterrador de los autores leoneses Emilio Silva y Santiago Macías podría parecer fruto de la fabulación si no fuera porque pertenece a uno de los episodios más oscuros de la España del siglo XX. Silva rescata la historia de su abuelo y de otros trece hombres asesinados una madrugada del 16 de octubre de 1936 por una partida de falangistas en la localidad de Priaranza del Bierzo. No hubo juicio, no hicieron falta pruebas. Tampoco pudieron defenderse ni despedirse de los suyos. Sus cuerpos fueron enterrados en una fosa común excavada en un cruce de caminos, bajo un nogal. Una fosa que sólo pudo abrirse 64 años después, cuando la casualidad, primero, y el empeño, después, llevaron al nieto a exhumar los restos del abuelo. Navarro de nacimiento, Emilio Silva (Elizondo, 1965), pasaba largos veranos en su infancia en la localidad berciana de Pereje, pueblo natal de su abuelo, Emilio Silva Faba, asesinado por ser militante de Izquierda Republicana. En marzo del 2000 encontró el nogal a cuyos pies se encontraban los restos de su abuelo y de los demás hombres que fueron ejecutados con él. Pero tuvieron que pasar siete largos meses hasta que, con ayuda de un grupo de arqueólogos, forenses y otros voluntarios, exhumó los restos de «los trece de Priaranza». La historia le marcó profundamente y a raíz de aquel episodio fundó, junto al coautor del libro Las fosas de Franco, el berciano Santiago Macías, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, de la que es presidente. La segunda parte del libro, escrita por Santiago Macías (Ponferrada, 1973) rastrea España de esquina a esquina con la ardua misión de documentar y localizar los territorios sembrados de horror por los que pasean militares que ordenan matanzas para ocultar orgías sexuales, párrocos que clasifican a los enterrados en las fosas comunes según hayan confesado o no en el último momento, asesinos que arrojan a sus víctimas al mar atados de pies y manos o matarifes que ensayan torturas y cuelgan a sus víctimas por las órbitas de los ojos. Santiago Macías comenzó en 1995 a recopilar testimonios en todos los pueblos del Bierzo hablando con los los protagonistas de los acontecimientos de 1936. Ha colaborado en el libro Maquis, de Secundino Serrano; y en los documentales La guerrilla de la memoria, de Javier Corcuera; Girón, la forja de un guerrillero, de Alejandro Macías; El hombre que murió dos veces, de Daniel Álvarez e Ignacio Pinedo; Así en la tierra como en el cielo, de Isadora Guardia y Eduardo Alonso; y en Más oscuro que la noche, de Javier Rodríguez e Israel Sánchez. En octubre del 2000 tomó parte en la exhumación de los cuerpos de los trece republicanos enterrados en una cuneta de Priaranza. Isaías Lafuente escribe en el prólogo de Las fosas de Franco: «Si la memoria no se abre definitivamente de par en par para saber la verdad, identificar a las víctimas y rendirles un homenaje póstumo -el primero, un entierro digno-, esa memoria cautiva y desarmada hará que las tropas nacionales hayan alcanzado sus últimos objetivos».

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