Genial debut del director de la Sinfónica de Castilla y León
Hacia el aire sin sombra
Fue brillante el debut que el director titular de la Orquesta de Castilla y León hizo ayer noche en el Auditorio con un concierto en el que tres estilos bien diferenciados se dieron la mano dentro de unas lecturas equilibradas, trasparentes y muy bien contrastadas. Con algo menos de un triste cuarto de entrada (aunque las entradas para el fondo sur eran gratuitas) se inició el concierto con las Danzas Concertantes para Orquesta de Stravinsky, una obra de circunstancia y escaso valor dividida en cinco partes; tal vez lo mejor de toda la obra y donde la orquesta se lució con toda elegancia para seguir con cuatro piezas de carácter más animado y contrastado, un paso a dos, alegre y de gran habilidad técnica para concluir con una marcha que es como una repetición del comienzo. Posada hizo una lectura fácil, aunque no demasiado matizada. El Concierto para violín nº5 de Mozart mostró a un excelente solista como David Garret, cuyo arco generoso y vibrado amplio fueron lo más destacado de su portentosa lectura llena de vivacidad, frases hermosas y virtuosismo técnico, algo de agradecer en esta auténtica obra maestra mozartiana donde la sutileza tímbrica y los juegos de escalas son el motor de toda la ejecución. Concluyó el concierto con El Mandarín maravilloso de Bartok una pantomima pletórica de un expresionismo brillante. Las disonancias y paroxismos del final contrastaron con los efectos tímbricos que Posada supo equilibrar adecuadamente. Concierto inusual y gratificante.