«Cuando escribo un libro lo hago de una sentada, es un acto de pasión»

-¿Se toma en serio la literatura? -Cuando hay que tomársela, sí; aunque no hay que tomársela demasiado en serio. -Su discurso de ingreso en la Academia de Poesía versará sobre el silencio, ¿el silencio es una maldición para el poeta? -El silencio es la verdad de la poesía. Es la magia de la poesía. Dentro del poema debe haber muchos silencios. Cuando leo a los grandes poetas, las reflexiones que no manifiestan a través de la palabra, es lo que más me interesa. -¿Hay poesía en la guerra? -Hay poesía en casi todo. Es un género que puede abarcar casi todas las cosas; también hechos tristes. La épica fue eso, lamentos de guerra. El poeta quiere un mundo distinto, que no significa mejor. -En su poemario «Del rojo al negro», José Hierro decía en el prólogo que era «hermético hasta para quien lo escribió»... -La poesía debe encerrar a uno mismo dentro de ella. El hermetismo es un condimento más. En realidad, sólo he hecho un libro y ahora otro, Estucos del pasado, que es un segundo peldaño en mi mundo creativo. Mi hermetismo radica en los contenidos, en las repeticiones y en la memoria. -¿Cuál es su fantasma? -Creo en sentarse frente a un papel y, sobre todo, en leer a los poetas de verdad. El fantasma es la memoria. -¿Por qué la poesía no llega al gran público? -Sí llega. Llega donde tiene que llegar y a quien quiere leer. La mayoría de los poetas son asequibles. No todos los leoneses conocen el Museo de la Catedral aunque está ahí. -¿Se le pasó el sarampión de la política? -Sí, la política me interesa como ciudadano que participa de lo que ocurre en el mundo. Me gustó mucho ser acalde de Astorga y me habría gustado poder hacer más cosas. Debería existir una legislación que impidiera repetir más de dos veces. Es terrible cargar con políticos para toda la vida. -¿Para qué sirve una Academia de Poesía? -Para reunirte con otros poetas y tener un contacto más cercano. También hay actividades que te aproximan al vínculo de la palabra. -¿Es heredero de la senda que abrió Gamoneda? -No. Gamoneda me interesa porque es uno de los grandes poetas de este tiempo. Pero no creo en herencias, ni en grupos, ni en los contrarios o en los que emergen... La poesía es un acto solitario. Leo a Gamoneda, pero también a Colinas, Crémer, Pereira, Nora... -¿Cuánto tarda en escribir un poema? -Cuando escribo un libro lo hago de una sentada. Los poemas deben tener un orden de ejecución y de emociones. El libro de poesía es un acto de pasión, que para mí viene después de la reflexión de un año en el que no he escrito nada. -¿Cómo leer un poema? -Varias veces y en situaciones diferentes, para poder interpretarlo. -¿Qué se dice a sí mismo? -Muy pocas cosas. Cuando pienso algo o llevo algo de la memoria a los papeles, es un placer. Hay poetas extraordinarios que me dicen muchas cosas. -¿Qué le inspira? -Me inspira todo. Soy vitalista y me gusta lo que ocurre alrededor y lo que me contaron. Me interesa la vida y la doble vida... -¿Qué apellido le pondría a su poesía? -Quiero que sea una poesía que tenga algo de esa privacidad interior, aunque deje una reserva para mi vida. Creo que mi poesía es íntima. -¿No le avergüenza mostrar su intimidad? -A veces sí sientes pudor por decir cosas que sólo se pueden decir en un poema. -Dicen que es usted un gran coleccionista de arte, ¿de dónde le viene esa afición? -Porque me interesa el paisaje, los pueblos de Castilla, los gallegos, los palomares, el mar... Me apasiona la pintura de este siglo; es un halo de magia que nos representa. Me interesa el componente pintura-poesía. -¿Qué palabra detesta? -Odio y rencor. Creo que las discusiones terminan con la charla.