Diario de León

OPINIÓN Miguel Ángel Nepomuceno

Un excelente trabajo

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León

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La Sinfónica de León volvió anoche a dejar constancia de su progresivo y continuado esfuerzo a lo largo de estos años, con un resultado más que satisfactorio en las actuaciones que cada mes ofrece en el Auditorio. La de ayer estuvo signada por el equilibrio, la delicadeza y la expresividad, algo que no es frecuente encontrar en las actuales formaciones sinfónicas, más interesadas en resultados efectistas que en la calidad y la comunicatividad de sus obras. Dorel Murgu ha realizado un excelente trabajo con ella en estos años y los resultados se notan en cada concierto. Tanto la Obertura de Alceste, de Gluk, una obra muy familiar a la orquesta, como el Concierto para guitarra, de Caltelnuovo Tudesco, con un magnífico Ramón Carnota como solista, fueron dos excelentes muestras de esta facilidad para amoldarse a lo escrito y hacer que la orquesta lo exprese con la fuerza y el fraseo apropiados. Verdad es que también deben pulir y corregir numerosos defectos de ensamblaje, empaste, gradación de planos dinámicos y expresividad en las diversas secciones, pero lo cierto es que lo logrado hasta ahora merece la mejor de las alabanzas. La soprano vallisoletana Mónica Lueces, el barítono Juan Tomás Martínez, la coral Vallisoletana y el Coro de la Uniersidad de Valladolid, dentro de sus posibilidades, fueron un homogéneo grupo que plasmó un muy digno Réquiem, de Fauré, una de esas obras que además de dos buenas voces necesita una compacta formación orquestal y coral si lo que se desea obtener son resultados satisfactorios que se amolden a lo escrito. Destacó la orquesta tanto en el kirye, con esa línea contrapuntística de las violas y las texturas transparentes, casi monocromáticas del resto de la cuerda, como en el Sanctus, donde los violines y las violas vuelven a mostrar toda su fuerza expresiva. Los coros bien empastados y afinados dejaron constancia de su buen hacer en el Ofertorio, con los tenores a capella, mientras que el barítono hacía lo propio en el Hostias. El siempre esperado y famoso Pie Jesu, con el solo de soprano, fue otro de esos momentos mágicos de la noche. Las largas frases que requieren un enorme control de la respiración lo resolvió la soprano con soltur. El halo de secuencias, culminó en In Paradisum, donde el arpa y el órgano jugaron un importante papel climático. La entrada, penosa (apenas un puñado de aficionados).

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