Diario de León

OPINIÓN M. C. Santos

El pecado de ser formal

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

La exposición del pintor leonés Javier Rueda, que estos días puede contemplarse en la sala de exposiciones de la Casa de las Carnicerías de Caja España, nos ha sugerido algunas preguntas, entre ellas una que creemos importante: ¿Por qué no va a estar nunca su obra en los flamantes museos de la comunidad? La respuesta, después de una sesuda reflexión, es inapelable: porque Javier Rueda es un pintor demasiado formal, demasiado serio y seguidor al pie de la letra de los dictados emanados directamente de la historia del arte. Después de una detenida visita al Museo de Arte Español Contemporáneo, el Patio Herreriano de Valladolid, nos damos cuenta que para los gestores de esta colección, en un principio entidades privadas, los criterios de selección se han ido directamente por las crestas de las vanguardias más significativas del siglo XX. Para los gestores de esta colección, lo importante fue encontrar las claves de los movimientos artísticos más radicales en cada uno de los momentos claves de la pasada centuria y bien puede decirse que lo han conseguido, a pesar de faltar en ella obras importantes de esos pocos elegidos que de verdad sentaron las bases de la evolución artística en un tiempo de cambios vertiginosos en los conceptos artísticos. Pero Javier Rueda, y con él todos los que de alguna manera se olvidaron de que la fotografía mató en su momento a los artistas figurativos, a los pintores y escultores que han llegado a una interesante modernidad sin perder de vista el mensaje de los clásicos, no tienen ningún sitio en el moderno museo pucelano. Ahora se alborea el nacimiento del Musac, otra entidad que se irá por el camino del concepto, en esta ocasión mucho más avanzado, mucho más comprometido con las ideas innovadoras que su antecesor vallisoletano, con la investigación casi en estado puro como objetivo primordial. Aquí, en las Eras de Renueva, sólo tendrán cabida -si lo hemos entendido bien- artistas de la última generación, aquellos que han comenzado a tener un nombre cotizado a partir de la mitad de la década de los noventa y que se distingan, por decirlo de alguna manera, por lo innovador de sus aportaciones a la desenfrenada carrera del arte actual. Por ello, aquí tampoco tendrán cabida las obras, importantes obras, de Javier Rueda y de todos aquellos que, como él, sean capaces de pintar como mandaban los cánones y no renuncien a ello. Y bien, llega el momento para otra pregunta, ¿no se merecen un espacio en algún sitio todos estos importantes artistas actuales, que no han querido renunciar, que no han deseado nunca abjurar de lo tradicional, aunque sí que han sabido adaptarlo a los tiempos que corren? Javier Rueda lleva a sus espaldas cuarenta años de exposiciones, cientos de cuadros pintados, ha conseguido el reconocimiento de los más sesudos críticos, sus obras son muy interesantes, actuales y, además, son hermosas, pero están destinadas al olvido, si no cambia el procedimiento nunca tendrán un lugar en la memoria histórica del arte en León, o en Castilla y León... Sobre el trabajo de este pintor leonés dice, acertadamente, Pablo Jiménez, crítico de El Punto de las Artes: «En momentos en los que parece que el arte tiende cada vez más a complicarse en los insondables caminos de la teorización y las amargas tiranías de la moda, siempre es reconfortante contemplar una obra como la de Javier Rueda, en la que no se ha querido renunciar al imperativo de la naturaleza, a la pura tarea de profundizar en la sencillez de lo que nos rodea, de precisar hasta encontrar en la depuración la proximidad comunicativa con lo humilde pero rico y caudaloso en sentimientos». Pensamos que es absolutamente válida la línea seguida en la compra, estudio, conservación y divulgación del arte contemporáneo seguida en los últimos tiempos por las instituciones, pero creemos que también sería necesario atesorar, de alguna manera, la aportación de esos otros valores que no han roto con la tradición y que han evolucionado de una forma diferente a la marcada por las vanguardias que revolucionaron el arte a lo largo del siglo veinte. Dicho sea con perdón.

tracking