Borau, en «Camisa en once varas»

José Luis Borau, director y productor de cine, que a sus 73 años piensa seguir realizando películas «porque aún se ha hecho muy poco en ese arte», ha encontrado tiempo para meterse en Camisa de once varas, estrenándose en un oficio, el de narrador, que hasta ahora no era el suyo, y publicar once relatos con ese título. La mayoría de ellos, explica, tienen precisamente su origen en las historias que trabaja mentalmente, primero, y que escribe, después, cuando un proyecto cinematográfico le ronda, pero con las que en esta ocasión ha querido acabar «dándoles una forma literaria cerrada» y abandonando todo propósito de llevarlas a la pantalla. Una mujer que, harta de casi todo, abandona a su marido y huye con un vendedor ambulante; el trágico retorno al escenario de nuestros ancestros; unas fotos que mueren en un incendio con algo más que los meros recuerdos que suscitan; dos ancianos unidos por la pasión; un padre matagatos, o una iniciación sexual en plena época del estraperlo, son argumentos de los que Borau se sirve para realizar sus incursiones «por los laberintos privados de la imaginación». «Sólo me gusta inventar cosas, no lo puedo remediar», dice este realizador zaragozano, para quien la imaginación «es el punto de partida» para narrar, aunque no lo es todo. «Hay que tener también un sentido estético de las cosas, saber escribir y tener un estilo -consecuencia de haber escrito y tirado mucho-, y hay que poner la fuerza de voluntad y el encanto personal de uno al servicio de la historia que se quiere contar», añade el escritor, que por todo ello se enfrenta ahora a sus lectores no sin cierto temor. Las que Borau cuenta «son esas historias con las que te levantas por la mañana». «Para mí, eso que piensas cuando te despiertas es lo que de verdad te preocupa. Casi contra ti mismo, vas inventando, y llega un momento en que la única manera de acabar con ello es escribiéndolo o haciendo una película», afirmó el veterano cineasta.