¿Y la Catedral de mañana?

Tras una semana de sesudas y apasionadas ponencias sobre la historia de la Catedral, sólo un par de profesores -Ángela Franco y Manuel Valdés- han denunciado el deterioro actual del templo gótico. Reclamaron, respectivamente, acristalar los sepulcros y pinturas del claustro, que podrían desaparecer definitivamente, así como la restauración de las torres de La Limona y de la Silla de la Reina. La Junta prometía el miércoles nuevos remanentes para reabrir el Taller de Vidrieras, tras dos años sin invertir un sólo euro. Aunque el anuncio pueda parecer oportunista y electoral, supone un soplo de esperanza. Pero en la seo leonesa requieren atención otras muchas zonas, aparte de los vitrales. En un descanso del citado Congreso, le pregunté a Henri Karge, el mayor experto en escultura gótica, qué opinaba del estado actual de la Catedral. Movió la cabeza y confesó que lo ignoraba. A continuación, añadió que, de todas formas, habría que analizar si las partes más dañadas coinciden con las zonas más antiguas o con las que fueron restauradas en el siglo XIX -esa magna rehabilitación cuyo centenario se ha conmemorado recientemente-. La duda planteada por Karge ha sido un jarro de agua fría. Ayer, una asistente al Congreso, Aránzazu Revuelta, dejaba también en entredicho la labor de los restauradores al asegurar que han cambiado la colocación original de las vidrieras. El Congreso no debería clausurarse sin un compromiso firme: exigir dinero para restauraciones y que se hagan con garantías. Sería un buen final.