La exposición dedicada al «Titanic» incluye obras de doce artistas leoneses, que pueden verse en el antiguo consistorio de la plaza de San Marcelo
Mirando al mar
El recuerdo del Titanic ha servido de disculpa para que a las oscuras salas del viejo consistorio de la plaza de San Marcelo llegue un impetuoso oleaje artístico. Bajo los auspicios de la Fundación Philippe Cousteau, el pintor leonés Ramón Villa, experto incuestionable en singladuras marinas, ha organizado una interesante exposición colectiva de artistas leoneses. Comienza la muestra con la sorprendente aportación del escultor Amancio González, que presenta una pieza que nos hace pensar en el oscuro pasado de la humanidad y en lo frágil de la existencia. Un blanco cráneo, contenido en una caja transparente en la que queda un vacío que quizá contenga el espíritu inmortal del individuo, nos aporta una gran cantidad de interrogantes. El fotógrafo Amando Casado, con enorme sencillez, nos habla en sus trabajos de las posibilidades de las luces y las sombras, en un trabajo que demuestra gran interés por la investigación de las esencias de la fotografía. Carlos Cuenllas, como siempre, lleno de originalidad, se ha ido en esta ocasión por el camino de la semántica y ha buscado una larga serie de islas humanas unidas por las palabra «mar», para capturarlas en sendos retratos fotográficos. Eduardo G. Puras demuestra en cuatro interesantes transparencias a todo color las posibilidades de la fotografía cuando se unen las nuevas técnicas digitales. El más clásico de los artistas presentes en esta muestra multidisciplinar es el pintor Félix de Agüero, que es también uno de los que más se ha centrado con el tema propuesto. Las playas solitarias, motivo recurrente en muchas de sus obras anteriores, son una buena disculpa para ofrecer un mensaje de profundas raíces existencialistas. Otro fotógrafo presente en las salas del viejo Ayuntamiento es José Luis Marcos. Profesional curtido en mil batallas, presenta en la exposición cuatro trabajos en blanco y negro con plena intención pictórica que destacan por su vigoroso ritmo y su giño a la abstracción. Javier Sahagún intenta comunicarnos la belleza que atesoran las playas cubanas en una obra llena de cualidades y plena de buen hacer pictórico. Como escultor y pintor se presenta Juan Carlos Uriarte. Varios cuadros, que quizá contengan una alusión al incesante rumor del oleaje marino, a la sinfonía de las olas y un hermoso pez de hierro, un delfín que salta alegre sobre las aguas, son su aportación a la muestra. El joven Karlos Viuda sigue empeñado en demostrar que es un pintor con gran futuro y que cuando se pone ante un bastidor tiene muy claro lo que hay que hacer. La suya es una de las aportaciones más interesantes de esta colectiva. Nonia Villa, hija aventajada del promotor del evento, está aquí por derecho propio, una instalación y varios cuadros, nos hablan de sus grandes posibilidades. Otra de las sorpresas agradables de la exposición es la presencia de Raquel González, que recientemente ha realizado una muestra individual en los espacios culturales del Ayuntamiento de San Andrés. En su temática retrata con enorme gracia y gran soltura, pequeños, pero importantes, sucesos cotidianos. Y, finalmente, la obra importante de otro artista que, a pesar de su juventud, ha conseguido una gran altura en sus realizaciones; Txema Carbajo, que se muestra aquí como pintor maduro.