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Jiménez Lozano recibe el Cervantes con una notable ausencia de escritores

Con una glosa y un elogio de Cervantes, el escritor José Jiménez Lozano recibió ayer de manos del Rey el más importante galardón de las letras esp

José Jiménez Lozano, junto a los Reyes. Detrás, la ministra de Cultura y el presidente del Gobierno

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Colpisa - ALCALÁ DE HENARES.

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A diferencia de la brevedad del acto del año pasado, la entrega del premio fue larga y se desarrolló con gravedad. Jiménez Lozano, vestido de chaqué, esperó con paciencia la llegada de los Reyes. A la puerta del edificio plateresco, el que fuera director de El Norte de Castilla, flanqueado por el rector de la universidad alcalaína, Virgilio Zapatero, fue saludando a los monarcas, a Aznar y a su esposa, a la ministra de Educación y Cultura, Pilar del Castillo, y al secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca. Tras recoger de manos del Rey el diploma y la medalla que le acreditan como ganador del Cervantes, dotado con 90.000 euros, el escritor de Langa (Ávila) subió al estrado para leer su discurso, en el que alabó a Cervantes, escritor que es «símbolo y hasta encarnación de España». «En la escritura, nadie es grande por su estilo, sino por su gramática», aseveró el autor de El grano de maíz rojo, para quien la talla de un creador no se mide por «su crítica política, social o de costumbres, sino por tocar la gloria y la llaga de la naturaleza humana». Citando a Simone Weil, adujo que los genios verdaderos son los que se revelan capaces de mostrar «la desgracia y la condición de los aplastados por ella». Esta cualidad no debe confundirse con el talento, que al fin y al cabo «es la forma más baja de inteligencia». Si por algo admira Jiménez Lozano a Cervantes es por esa valentía que caracteriza a los grandes de asomarse a los pozos y abismos. El autor de El Quijote deslumbra por algo muy distinto, por su «lengua carnal y verdadera, y no por una alquimia o juego de palabras». A juicio del escritor, «el rostro de los hombres y los libros humo son, pero también gloria y alegría, y hay que desposar y vivir éstos, antes de bajar a lo oscuro», sentenció. Para el Rey, la obra de José Jiménez Lozano «nos trae un mensaje rico, amplio y profundo». «Un mensaje de mesura, de comprensión y de tolerancia» basado en el conocimiento e interés por el otro. «Mucho de razón lúcida, de profunda belleza y de meticulosa tarea hay en la obra de José Jiménez Lozano quien, cervantinamente, parte de lo pequeño y frágil para descubrir en ellos, los mil rostros de la condición humana», dijo don Juan Carlos.