Diario de León

Max Cotilla Con el corazón en la mano

Las escotadas

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León

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Aunque sea la segunda niña de Jezulín la que acapara las portadas de las revistas que laten, son los escotes de las señoras estupendas los que llaman la atención en el interior, que es lo realmente importante, no la fachada. Sale Halle Berry, espectacular y seductora cual odalisca del desierto, diciendo que le gustaría no hacer nada porque está cansada de tanto triunfar. Se felicita a sí mísma por haber llegado donde está, lugar al que la mayoría de las mujeres de color nunca llegará. Ni las de color ni las pálidas, ni las azules claras ni las oscuras. Muchas chicas se quedan en el camino. Incluso también chicos. Las cosas son así, a no ser claro está que seas la hija de Rainiero de Mónaco o la de Michael Douglas. Puede que así termines hecha una artista de postín, como la princesa huracán, que parece que vuelve a tener novio. En cambio, una tal Olivia de Borbón, que también sale con un escote lleno de collares diversos, es, para empezar la hija del duque de Sevilla. Ha estudiado Empresariales Internacionales e Historia del Arte y acaba de volver de Nueva York de estudiar Arte Dramático. Tiene varios proyectos de cine y de moda y además también saca adelante el «catering» de su hermana. ¿Hay quién dé más? ¿Podría alguien igualar a esta chica 11, más que 10, a la que ni la más pimpollo puede igualar, porque si es hija de un duque no es mona o suspende Empresariales. O bien, no tiene una hermana con catering o no tiene proyectos de moda, aunque los tenga de cine? A ver si hay alguna lista que lo intenta. Seguro que si tiene algo que ella no tenga no se cotiza en el mercado. Olivia lo tiene todo, aunque no hable de los novios en la revista que saluda. El tercer escote renombrado en la semana ha sido el de la nieta de la reina. Zara Phillips, hija de Ana, hermana de Carlos el que está enrollado con Camila, se va de fiesta con su novio y un vestido rojo y claro, de vértigo. Hay más, pero ya no tenemos tiempo de citarlos porque las parejas también tienen importancia esta semana. Tenemos a los Beckham. Él y ella. David y Victoria que inaugura la entrevista con una bañera hortera, llena de pájaros y de espuma. Hortera sí, pero cara y además tienen millones para comprarse mansiones, coches, joyas y diseños de modistos caros que es lo que más les gusta y lo que les une. Las baratijas y los tatuajes, también porque marcan el estilo de los dos. En cambio, Carole Bouquet y Gerard Depardieu les va más lo intelectual y les une el amor y la enología, es decir, el vino, que es lo que me une a mi a la barra de Boli y la de Sebi, además del tute y las anchoas de ca Rafa. No hay nada como la unión, dice Ana Obregón mientras pasea su palmito por las playas de Cádiz, como Marta Sánchez o Mar de Flores, que como tenía barco llegó a Ibiza, mientras caía el temporal de la pasión. Diana Martínez Bordíu, la que dicen que se dice que es amiga del príncipe, en cambio, se fue a Punta Cana a lucir un bikini rojo en la revista semanal. otros, como la duquesa de Alba se fueron a Sevilla ¿a perder la silla? No señor, a la pasión. Allí, en medio de la procesión, aparece el almirante Paquirrín de escolta de un paso todo vestido de blanco y no como el reportero Romero, que viene con un pantalón de rayas que no le sirve para escoltar ni para escotar lo que se dice nada. Y ya de retirada como quien dice, tenemos a los operados del triunfo que no hay modo de no verlos en el nodo como al otro, que se han comprado un piso en Barcelona. A la que le va chachi piruli es a María Belén, que sale con un gorro transparente en la piscina del hotel con su novio. Ni le va ni le viene la nueva inquilina de Ambiciones. «Tá bien», dice con la boca pequeña mientras se relaja en Las Palmas de la Gran Canaria. También se relaja Carolina en la revista que se lee paseando por un mercadillo en Saint-Remy con Carlota mientras Estefanía sigue con su crisis. Desde que las princesas estudian empresariales o les da por escotar o cantar al huracán las cosas no son como eran, lo cual no quiere decir que no sean mejor. Si no fuera por la playa, la primavera sería perfecta porque ya se está acabando.

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