«Existe autocensura en los medios, está todo encauzado»
- ¿Es censura real o más bien una autocensura de los propios medios?
- Se puede llamar autocensura, pero es una especie de disciplina, de tratamiento de la información que promueve el tener que consultar con fuentes oficiales, desanimando al periodista a buscar o investigar el otro punto de vista de la noticia. Está todo encauzado. Como tienen que guiarse por lo que las fuentes oficiales comunican, aunque piensen que es otra cosa, ¿cómo van a validar su información si no pueden contrastarla? Es el propio sistema. Los medios de comunicación generan mucho dinero y dependen en gran medida de que funcione toda esta madeja, al igual que el propio gobierno. - ¿Cuál es el fin, el objetivo último al escribir este libro? - Queremos dar a la sociedad norteamericana otra información, para que sea consciente de que lo que se escucha en los medios de comunicación y que se asume como verdades, no lo son tanto. Se trata de mostrar que, algunas veces, lo que reflejan los medios y los políticos no son más que medias verdades o insinuaciones. Otro de los objetivos es tratar de recuperar la memoria histórica de los términos, mostrar cómo han surgido, por qué se utilizan y contar cómo se han podido manipular sus significados a lo largo del tiempo. La vuelta al lenguaje - ¿Por qué el título de «Lenguaje colateral»? - Desde los actos del 11 de septiembre, notamos una gran transformación del lenguaje y queríamos mostrar el daño que puede hacer el lenguaje en sí mismo, en manos de según quién lo maneje. La lengua es tan importante, el hecho del lenguaje es tan vital, que es capaz de transformar la idea de que mueren ciudadanos civiles, que es lo que significa realmente «daños colaterales», individuos inocentes víctimas de una u otra parte en una contienda.