Stephen Mottram da vida hoy a sus títeres en el Ayuntamiento leonés
Continuando con la peculiar «prolongación» en León del prestigioso festival internacional de títeres Titirimundi de Segovia, hoy actúa en el salón de actos del Ayuntamiento de la capital leonesa Stephen Mottram, procedente del Reino Unido. El espectáculo de este prestigioso manipulador de marionetas dará comienzo a las 21.00 horas y el precio de la entrada al mismo es de tres euros. La propuesta de Mottram ha sido calificada de «arriesgada» y «fascinante» y de él se ha dicho que constituye «un perfecto ejemplo de que el teatro de marionetas no es un espectáculo de arte minoritario». Se trata de la tercera vez que este artista participa en Titirimundi, lo cual prueba el interés que en nuestro país ha suscitado su trabajo. El espectador se encontrará, así, ante una compleja y meticulosa manipulación de marionetas de gran fuerza expresiva, de rostro y extremidades muy básicos pero enormemente vivos; unos títeres que están además controlados por multitud de hilos y que se encuentran acompañadas por el universo sonoro y la excelente música electrónica compuesta por los maestros Glyn Perrin, Simon Waters y Pete McPhail. Estas condiciones logran crear un ambiente inquietante y de suspense, una atmósfera dramática de altísima intensidad, que se mantiene incluso una vez acabada la función, cuando la audiencia ha abandonado la sala y las marionetas ya están guardadas en sus cajas. En suspensión, como se denomina el espectáculo de Mottram, está basado en la observación detallada del movimiento humano. El artista juega con la percepción de objetos y comportamientos sencillos, como son la gravedad o el balanceo, y a partir de ahí invita al público a entrar en un mundo mágico y original por él construido y donde todo parece regirse por unas reglas que no son las de este mundo. Dentro del espléndido trabajo de Stephen Mottram pueden advertirse multitud de referencias a otro tipo de artes como son la escultura, la pantomima, la danza o la música, para acabar creando, finalmente, un lenguaje teatral personal y, sobre todo, cautivador.