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Prodigiosa actuación de Ainhoa Arteta en León

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno
León

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Una vez superadas las emociones de la pasada noche, donde una Ainhoa Arteta deslumbrante física y vocalmente calentó el Auditorio hasta límites insospechados, es necesario hacer ahora una detenida reflexión sobre lo escuchado y el programa. Una ocasión como la presente en la que se homenajeaba al maestro García Abril en su setenta cumpleaños, no podía dejarse pasar sin la presencia del autor, quien recibió desde el palco presidencial el cariño y la larga ovación del público. Acompañada por uno de sus pianistas preferidos, Lorenzo Bavaj, la soprano se entregó sin red en todas las obras que interpretó. Comenzó con Cara e dolce y Gía il sole al Gange, de Scarlatti, dos arias que fueron como anillo al dedo para calentar las cuerdas antes de lanzarse por los vericuetos de la media voz y las ornamentaciones tímbricas con Sposa liquida son dispre, de Vivaldi y las dos filigranas canoras de Gounod, Premier tour de mai y Ce que je suis sans toi, exquisitas piezas de orfebrería vocal que mostraron la enorme versatilidad que posee la cantante tolosarra para apianar la voz y dejarla en un suspiro interminable. Ainhoa nunca tuvo un instrumento canoro excesivamente hermoso, sin embargo sí ha mantenido una cierta homogeneidad en el color, una media voz controlada y una encomiable agilidad para sortear los pasajes floridos con un fiato perfecto y un legato adecuado en cada grupo de frases con un agudo limpio y fácil, centro cálido y pastoso y una técnica cuidada dentro de una línea de canto, efusiva y comunicativa. Su voz se la puede encuadrar dentro de las sopranos lírico ligeras, capaz, sin embargo de cantar con dramáticos acentos, proporcionando con ello, como ocurrió con la bellísima de Gía il sole dal Gange, de Scarlatti, una emocionante calidad tonal. Por cierto, un aria que ya cantó en la pasada visita que hizo a León. Todo el lirismo que las canciones de Gounod y Chausson encierran, las libó Ainhoa con enorme encant. ¿Cómo si no se puede decir ese Ouvre ton coeur, de Bizet, de la forma como la soprano lo desgranó, si no es con una construcción perfecta de cada frase, destacando el momento más punzante del mensaje dramático, sin precipitaciones y con ese innato sentido del equilibrio. Pero fue con García Abril con quien la soprano puso al respetable en el límite de la emoción. La forma como dijo esas Nanas de la cigüeña y la Negra flor, dejando casi en un susurro el final, dulce y descarnado, mostraron al buen degustador que Ainhoa pasa por un excelente momento vocal, mucho mejor que en la anterior visita a León. La gracia de algunos textos de García Abril, como el Sombrerero o la intensidad expresiva de otros más intimistas, como los sentidos versos de Gala, el desarrollo del piano, en todo momento milagroso entre los ágiles dedos de Lorenzo Bavaj, hicieron de esta selección de canciones algo difícil de olvidar. Cerraron el extraordinario recital tres canciones sobre textos de Machado, que se encuentran entre lo mejor que saliera de la pluma del compositor turolense. Las siempre esperadas propinas se iniciaron con la deliciosa O mio babbino caro de Gianni Schici, de Puccini, siguió un Obradors y concluyó con el conocido Vito, cantados con impecable técnica, unida a una muy bien impostada voz, lo que hicieron de cada una de esta arias una suerte de caleidoscopio maleable y transparente, dentro de un paisaje lleno de ternura, de emoción y de entrega. ¡Fascinante!

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