El escritor García Ortega da voz a una víctima del nazismo

Unas fugaces líneas de La tregua, del italiano Primo Levi, encerraban la estremecedora nueva novela de Adolfo García Ortega (Valladolid, 1958). Levi cita de pasada a un niño judío, Hurbinek, nacido en el campo de concentración de Auschwitz, muerto allí con tres años, y del que nadie supo ni sabrá nada. García Ortega rumió durante años aquella dolorosa imagen evocada por Levi hasta que decidió devolver al pequeño Hurbinek, aunque sólo fuera de palabra, la vida que truncó sin piedad la barbarie nazi, y hacerlo con toda su carga simbólica. El resultado es El comprador de aniversarios (Ollero & Ramos), sexta novela en la cuenta particular de García Ortega, también editor, que reflexiona sobre la barbarie que sacudió al mundo durante buena parte del siglo XX, y que a medio siglo del holocausto repuntaba en Bosnia, Ruanda o Kosovo. García Ortega percibió en esa desvalida criatura el símbolo del «horror puro». Era quizá la víctima más inocente del holocausto -«alguien que vivió pero que no existió»- y simbolizaba también «los horrores a los que los seres humanos somos capaces de llegar». «Me propuse crear una metáfora del horror trazando de paso un recorrido por el horror del siglo que podría simbolizarse en el holocausto y el la fábrica de matanza que fue el campo de exterminio de Auschwitz», señalaba el escritor al presentar la novela.