Corrida sin argumento

Abrió un torito chorreado en verdugo. Encabo le pegó cuatro templaditos lances. Visto el son, Vicente Barrera estuvo puesto enseguida. Estático, por arriba, sin forzar. En las rayas primero, fuera de ellas luego. Muy ofensivo, cabezón, el cuarto, de La Dehesilla, tomó los capotes con son pero a media altura, salió parado de una primera vara larga, se dejó pegar en un segundo puyazo aún más largo y se quedó parado. Sólo por eso, por pararse, lo devolvió el presidente. El sobrero, de Navalrosal, ensillado, recogido de pitones, protestado por falta de trapío, salió al trote, tomó los engaños al salto y apenas peleó en el caballo. Cuando se fijó, sacó perezoso y corto tranco. Sin apenas crestas ni flecos, larga faena a destajo de Barrera. Plana, de muchos pases. Y una estocada notable por su habilidad y su rápido efecto. Largo, bajito, cinqueño, negro, hondito, el toro de Carlos Núñez que completó corrida como titular, hizo honor al hierro. Le hizo al toro daño el castigo de la primera vara. Perdió las manos. Y hubo reclamaciones. Al maestro armero. Encabo banderilleó facilito y decidió muleta en mano la siguiente estrategia: irse a la distancia. De los lances en profusión con que Encabo recibió el galope del quinto, el de mejor dibujo fue la media de remate. En esos lances y en un primer puyazo duro se quemó el toro. Roto en la segunda, fue devuelto. En turno, entonces, un segundo sobrero, del hierro de José Vázquez y línea Santa Coloma. Serio y cuajado. Sin cuello, algo zancudo. Arriba en la muleta, listo, protestando al tercer muletazo, se vendió caro el toro. Estocada atravesada y un golpe de descabello raro. Bien hecho y bien rematado, astifino, en tipo, el tercero fue protestado. Tejela lanceó de rodillas muy arrancado, con carácter, el toro bien metido. Faena de mucha fanfarria. Inflado, grandón, el sexto de Pereda, flojeó de salida. Era el último que mataba Tejela en este San Isidro. Y por eso se metió mucho con él.