Dirige, Kathy

LES SUGIERO quedarse con los nombres de quienes se ponen a la cámara en los capítulos de las series norteamericanas con tuétano. Suele haber sorpresas muy gratas aunque finalmente los/las realizadores/ras poco aporten a unos guiones que reciben milimétricos y bien calculados. Como los de A dos metros bajo tierra , esa maravilla que La 2 comenzó a emitir el mes pasado en su contenedor En serie del prime time de los martes. Sobre todo si quien los supervisa es Alan Ball, el oscarizado escritor de American Beauty . Van ya por la tercera temporada a razón de trece capítulos anuales, que dan una buena idea de lo muy en serio que se lo toman, tanto Ball y su equipo como la productora HBO. Humor negro a espuertas, desprejuicio a chorros, y mucha incorrección política para el reino de Bush Jr. Una antigua estrella del cine porno, todavía de buen ver y con generosa delantera, se dispone a tomar un baño. Nadie esperaba que su simpático gatito resbalase y arrojase al agua el aparato que la electrocutó. La escena tuvo un preludio inquietante: la cámara casi a ras de suelo, tomando la espalda del bicho a contraluz con la bañera y su ama al fondo... Algo terrible iba a ocurrir. La encargada de estas y otras gratas lindezas visuales no fue otra que la gran actriz Kathy Bates, la psicópata de Misery o la extravagante consuegra de Nicholson en A propósito de Smith . No solamente en la caligrafía visual se apreciaba una directora con mucho por decir, también en el tono evitó las medias tintas. Su fuerte componente sexual, de una ambigüedad premeditada por momentos, nunca sobrepasó la frontera hacia el mal gusto. Fantástica.