El Tokio String Quartet, considerado el mejor cuarteto del mundo, ofrecerá esta noche un concierto en el Auditorio
Leyenda sobre cuatro cuerdas
Interpretarán obras de Haydn, Jnacek y Schubert con cuatro Stradivarius
La programación del Auditorio llega hoy, a las 20.30 horas a su cénit, al contar con la presencia en León del Cuarteto Tokio, considerado desde hace más de treinta años como el mejor conjunto de cámara del mundo. En el atril el Cuarteto en fa menor op. 20/5, de Haydn, el Cuarteto nº1, de L. Janacek y el famoso Cuarteto en Re menor, La Muerte y la Doncella, de Schubert. Integrado por Martin Beaver y Kikuei Ikeda (violines), Kazuhide Isomura (viola) y Clive Greensmith, (violonchelo) el Tokio ha conseguido desde su creación los principales galardones de la interpretación en todos los certámenes internacionales en los que ha participado en los cinco continentes, tanto por su exquisita técnica como por su depurado estilo. Como en su día dijera el Washington Post: «Si el Cuarteto de Tokio no es el mejor conjunto de cámara del mundo, es difícil imaginar cuál podría serlo», tocando sobre cuatro instrumentos Stradivarius, cuya tesitura y timbre empastan de manera admirable, técnicamente, los integrantes de este cuarteto son de lo más sólido que existe en la actualidad en esta difícil y arriesgada formación. A pesar de que de los cuatro fundadores del mítico Tokio String Quartet hoy sólo permanece Isomura en la viola, el grupo mantiene el alto rango de calidad interpretativo que siempre ha tenido. Una muestra de su calidad quedó patente en su reciente visita, cuando contaron como invitada con la pianista Alicia de Larrocha. En esta ocasión, con el ucraniano Mijail Kopelman, procedente del Cuarteto Borodín, y el japonés Kikuei Ikeda, sucesor de Nakura desde 1974 al violín, el fichaje más reciente, Clive Greensmith, que se unió al conjunto en 1999, tras abandonar las filas de la Royal Philharmonic Orchestra londinense, al violonchelo y Kazuhide Isomura en la viola, emprenden una gira por varias ciudades de España para ofrecer una serie de conciertos, para los que se han agotado las localidades hace tiempo. Desde sus comienzos, cuando funcionó como residente de la Universidad de Yale, a la que se adscribió en 1976, y con la que en la actualidad mantiene una estrecha colaboración, el Tokio String Quartet contaba para sus actuaciones con cuatro instrumentos catalogados como joyas, fabricados por Nicolo Amati entre 1656 y 1677, cedidos al grupo por la colección de la Galería Corcoran de Washington, a cuyos fondos pertenecen. Entre ellos, un violín encargo de la Corte de Luis XIV recamado con rubíes y esmeraldas. Desde 1995, las «obras de arte» a las que recurren para hacer más valiosa aún su música son las piezas firmadas por Stradivarius conocidas como Cuarteto Paganini, por haber sido adquiridas en el siglo XIX para su uso por el considerado como el mayor virtuoso de los violinistas de la historia de la música, Niccolo Paganini. Comprometido con la música de su tiempo, ha estrenado obras, entre otros de Susumu Yoshida, Toru Takemitsu y Krzystof Penderecki. No obstante, para su paseo por España, incluido en un tour europeo que arrancó en el Wigmore Hall londinense, han recurrido, salvando como una excepción los dos Microludes de Kurtag, a un ramillete de obras inscritas en un abanico que va desde finales del siglo XVIII al mismo momento del XIX.