Sandoval vuelve a sonar

?a sido una odisea de veinte años. La sillería del coro del monasterio cisterciense de Santa María de Sandoval vuelve a ocupar el lugar que nunca debió abandonar. Una más que polémica intervención en el monasterio había condenado la espléndida pieza de nogal al «cuarto de los trastos», de donde fue rescatada en 1997 por la Asociación Promonumenta. Entonces parecía una misión imposible. Había que encajar miles de piezas para reconstruir la grandiosa sillería encargada por los monjes en el año de 1668. Cada uno de los 39 sitiales había sido adquirido por 32 ducados. En los últimos seis años la Junta y Caja España han invertido 95.000 euros en repararla. Pro Monumenta y varias instituciones pretenden hoy devolver todo su esplendor a la sillería del coro y, de paso, al monasterio. Será con una misa de pontifical, en la que las voces de la Schola Gregoriana Cum Iubilo de Madrid arroparán una ancestral liturgia oficiada, en este caso, por Marcos García Díez, abad mitrado del monasterio cisterciense de San Pedro de Cardeña (Burgos). Bajo la «batuta» de Santos C. Santa María Gómez, la Schola Gregoriana Cum Iubilo está integrada por veintiún voces. Esta tarde interpretarán cantos del repertorio gregoriano así como de otros códices de la música antigua hispana. Es la primera vez en décadas que el silencioso olvido al que ha estado condenado el monasterio se romperá con las voces de una música milenaria. En el espléndido díptico diseñado para la ceremonia, Pro Monumenta hace un llamamiento «desesperado en el tiempo», para que Sandoval «no siga más en la miseria y en el olvido de los tiempos». Una protesta que suena a plegaria. Y es que pese a la compleja restauración de la sillería, que ha durado seis años, Sandoval sigue sin figurar en los planes de la Consejería de Cultura, por mucho que en los últimos años haya «desviado» hasta 600.000 euros a «pequeñas» reparaciones. El plan director del monasterio, del año 99, preveía una inversión de ocho millones de euros para preservar el monasterio, la iglesia y el claustro primero; el segundo, obra de Juan del Ribero, es ya una ruina irrecuperable. Lo más curioso es que la Junta es su legítima propietaria desde 1984, aunque tendría que transcurrir una década para que aceptara esta «pesada herencia».