Diario de León

Licinio Maximo es el primer artesano de la Península que ornamenta cerámicas para la Legio VI

Descubren en León vajillas de los alfareros romanos más antiguos

Los arqueólogos han localizado fragmentos de una copa con motivos vegetales y pegasos

León

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Una excavación «fortuita» en la calle Abadía ha permitido localizar la cerámica romana decorada a molde ( sigilata ) más antigua de la Península. Su autor es Cayo Licinio Maximo, un artesano que abastecía de vajillas a la Legio VI, en la era de Augusto (primeros años del siglo I). Los arqueólogos, que seguían la pista a una canalización de agua, encontraron fragmentos de una copa de pie alto -probablemente utlizada para vino- ornamentada con hojas y pegasos. Se trata de una pieza única. De momento, el arqueólogo municipal, Victorino García Marcos, la tiene en «cuarentena», a la espera de poder analizar mejor los fragmentos e, incluso, pegarlos. Cayo Licinio Maximo es un caso insólito en todo el Imperio, porque sus «sigilatas» decoradas son contemporáneas a las que se fabricaban en Roma, que en aquella época era el único centro de producción de vajillas de este tipo. Años después, también habrá un importante núcleo de alfareros en la Galia, como prueba un gigantesco horno encontrado al sur de Francia con capacidad para cocer simultáneamente hasta 30.000 piezas. Pero será muchos años después de que Cayo Licinio Maximo inundara con sus «cacharros» el primer campamento romano asentado en León. También los dos enclaves de producción de cerámica más importantes de la Península Ibérica, situados en Nájera (La Rioja) y Andújar (Jaén), serán muy posteriores a las «creaciones» del alfarero «leonés». Las hojas y los caballos alados que utiliza como motivos ornamentales podrían estar inspirados en algun «colega» de Italia. Según García Marcos, se abren ahora varias incógnitas; entre ellas, averiguar si Licinio Maximo llegó a León desde Italia con el oficio aprendido o si era un autodidacta que copiaba las vajillas importadas desde la capital del Imperio. En realidad, Licinio Maximo es «un viejo conocido» de los arqueólogos leoneses. Sus piezas abundan en el subsuelo de León. Sin embargo, es la primera vez que localizan una que esté decorada y firmada, porque ya en las excavaciones realizadas en el edificio Pallarés hallaron fragmentos de vajillas ornamentadas pero «anónimas». Los rivales de Licinio Maximo Y es que Licinio Maximo tenía otros dos «competidores»: L. M. Gem y un artesano que firma con la marca de una sandalia ( caliga ). Curiosamente, tanto Licinio Maximo como sus «rivales» no dominaban a la perfección las técnicas de alfarería y, especialmente, las de cocción, a juzgar por los deficientes acabados de las piezas. Sus objetos no se aproximan a la calidad que ya por entonces había dado fama a las vajillas procedentes de Italica. Sin embargo, por el volumen de restos hallados hasta la fecha, su producción presumiblemente abastecería tanto al destacamento militar como a la población civil. Decenas de restos de los «cacharros» de Licinio Maximo aparecieron recientemente en la excavación llevada a cabo en el patio del Instituto Juan del Enzina, dirigida, al igual que la de la calle Abadía, por el arqueólogo Emilio Campomanes. La copa de Licinio Maximo abre también nuevas interrogantes sobre dónde estaría ubicado su taller y el de sus dos contemporáneos. Con toda probabilidad, según el arqueólogo municipal, estarían en el sur o en el este, a la contra de los vientos predominantes, para evitar que los humos de los hornos «atufaran» al campamento.

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