OPINIÓN
El oscuro cajón de las facturas
QUE EL AYUNTAMIENTO tiene fama de «morosillo» no es nada nuevo. Hay quien habla, incluso, del cajón de las facturas. Lo saben bien los proveedores de la casa municipal. Llega ahora el nuevo concejal de Cultura, Alejandro Valderas, con deseos incendiarios, dispuesto a «ajusticiar» las cuentas del anterior equipo de gobierno, del que, paradójicamente, formó parte como máxima autoridad en el área de Patrimonio. Difícil papel el de la UPL. Porque, de ser cierta la deuda «abultadísima» que insinúan les han dejado en herencia los hombres de Amilivia, la UPL sería cuando menos «corresponsable», como socio de gobierno. La cohabitación, que dicen los franceses, implica idéntico compromiso para los «firmantes». De modo y manera que, en este caso, los aciertos y los errores son atribuibles a ambas partes. Como dijo Homero: «Quienes atraviesan los mares cambian de cielo pero no de alma». Algunos gastos de las concejalías de Cultura y Fiestas provocaron airadas y furibundas críticas de la entonces oposición (PSOE), quien debería ahora hacer una profunda limpieza. Emprender la siempre difícil misión de airear cuartos y revisar atentamente a quién, cómo y de qué manera se contrata a quien se contrata, para evitar las suspicacias de la peña o nuevas tormentas musicales . Tienen ahora los nuevos gestores una obligación moral inexcusable. Deben demostrar que se puede gobernar de «otra manera» y que el caché de los grandes artistas cuesta igual en León que en el resto del país, a diferencia de lo que denunciaron en su día. En política cuentan tanto los resultados como los métodos, no vaya a ser cierto que «hayamos luchado las batallas de todas las naciones, y las únicas que perdimos fueron las nuestras», que diría Oscar Wilde.