Diario de León

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Sonidos del Valle del Silencio Una tecnología casi medieval

L. DE LA MATA

L. DE LA MATA

Publicado por
Emilio Gancedo - león
León

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«Hace casi un año que no cojo el tambor», nos avisa con cierta nostalgia Adelino Rodríguez Arias, quien afirma sentirse algo menos fuerte que en el verano pasado, cuando representó al Bierzo en los Encuentros de Música Tradicional Leonesa que cada mes de agosto tienen lugar en Astorga. Pero ayer, animado quién sabe por qué nuevo aliento, tomó en sus manos los viejos instrumentos y les arrancó, con una vitalidad insólita, los nobles, alegres, rítmicos sonidos de siempre. Por un momento Adelino se sintió en su Peñalba de Santiago natal, esa joya de piedra, madera y pizarra escondida entre los montes Aquilianos, en aquellos luminosos años de su mocedad en los que pasaba la mayor parte del tiempo pastoreando las cabras entre los prados, vallinas y sotos de castaños milenarios del Valle del Silencio. Sin que nadie le enseñara a tocarlas ni a fabricarlas, Adelino aprendió, en el transcurso de largas horas en soledad, a labrar las chiflas (o flautas de pastor , como las llama) a imitación de las que veía, y a tocarlas siguiendo los aires tradicionales y las canciones de moda que triunfaban en las fiestas y romerías de aquel entonces. Rememorando su juventud, Adelino Rodríguez cuenta que, prácticamente «todos los hombres del pueblo eran tamboriteros», pero que él le cogió una particular y aguzada afición que desde muy joven le hizo recorrer los pueblos de Valdueza y Maragatos animando todo tipo de celebraciones. El primer «suelto» que cobró fue en San Cristóbal: tres pesetas. Adelino pertenece, pues, a esa generación de luthiers y músicos «autodidactas» que aprendieron estas artes de forma intuitiva, pero que a la vez son depositarios de una enorme tradición cultural. Este artesano, que actualmente vive en Ponferrada, emplea para sus flautas madera de boj y avellano, y, según él, el secreto reside en que produzcan «sonidos limpios» y que, a través de los únicos tres agujeros de la chifla, «se obtengan claramente las siete notas». Si alguno de sus instrumentos no lo hacía, «lo tiraba directamente a la lumbre», aclara. Adelino, que participó durante muchos años en las Fiestas de León mostrando cómo trabajaba con el torno de ballesta, también construido por él, diferencia bien los sonidos típicos de Maragatos y El Bierzo, aunque surjan de instrumentos idénticos: «La manera del Bierzo ­-dice­-, es más grave, más abierta, más serena». Ha paseado su música y su artesanía (también hacía castañuelas) no sólo por la provincia de León; también le han reclamado para exhibiciones en La Rioja, Valladolid, Aragón, Navarra y otros lugares, y ha aparecido en el popular programa Luar de la Televisión de Galicia. Con todo, este mozo de 89 años siente en el alma que la juventud «haya dado la espalda a las tradiciones» y toca de nuevo su chifla y tamboril para espantar ese pensamiento. Los tornos de madera que aprovechan la tensión de una ballesta para girar desaparecieron casi por completo en el siglo XX desplazados por los eléctricos; pero se siguieron empleando puntualmente en Asturias, León y Galicia. Una de las representaciones más antiguas de estos arcaicos tornos es la de un grabado alemán de 1395.

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