| Reportaje | La guerra que no pudo con el Prado |
Los héroes del Patrimonio
Fueron centenares de personas, anónimas en su mayoría, quienes pusieron a salvo de la barbarie fratricida los tesoros del Museo del Prado durante la Guerra Civil. 66 años después, el Prado les rinde el homenaje debido con una exposición más que necesaria. Se titula Arte protegido y se subtitula Memoria de la junta del Tesoro Artístico durante la Guerra Civil. Estará en cartel hasta el próximo 14 de septiembre y reúne centenares de fotografías y documentos, en su mayoría inéditos, en torno a la impagable peripecia de aquellas gentes, casi todos de izquierda, que en muchos casos vieron pagado su amor al arte con represalias, silencio o exilio. Fue un proyecto lanzado por el anterior director del museo, Fernando Checa, que recogió encantado el actual director, Miguel Zugaza. «Supone una reconstrucción veraz de un complicado y tortuoso episodio de nuestra historia», señalaba Zugaza al presentar la muestra, que se abre al público mañana. «Con ella no sólo rendimos homenaje a quienes hicieron posible, en condiciones muy difíciles, la salvación de las colecciones, sino que sacamos del anonimato a los protagonistas de una importante y ejemplar empresa», agregaba el director del Prado. Es «un acto de justicia», para el director General de Bellas Artes, Joaquín Puig de la Bellacasa, que recordaba cómo muchas de las personas que participaron del rescate «se jugaron la vida» y se convirtieron en «héroes del patrimonio público español sin reconocimiento posterior». Una interminable lista de la que sólo resultan familiares nombres como los de Rafael Alberti, José Bergamín, Timoteo Pérez Rubio, José Lino Vaamonde, Roberto Fernández Balbuena, Blanca Chacel, Angel Ferrant, Gratiniano Nieto o Josep Renau, junto a decenas de personas que según Alvaro Martínez Novillo, director hoy del Instituto de Patromnio Histórico, fueron «héroes anónimos que tuvieron que hacer frente al colmo de la amargura, que fue tener que ocultarse o exilarse para evitar represalias por un trabajo que nunca se valuó ni reconoció». «Fueron ellos quienes evitaron unas destrucciones que habrían sido un negro baldón en nuestra historia», concluía. Cinco secciones Judith Ara e Isabel Argerich han sido las comisarias de esta muestra que ha seleccionado casi 200 fotografías, sobre un archivo de 3.000 imágenes, y 35 objetos y documentos originales que se muestran con criterio cronológico en cinco apartados: Madrid bombardeado; Salvadores de la Cultura; Camino de Levante, y El largo viaje. El ochenta por ciento del material es inédito y procede de los archivos del Prado y los del Instituto del Patrimonio Artístico Español. Arranca así con al creación de la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico el 23 de julio de 1936, con la que el Gobierno republicano trataba de poner a salvo el soberbio patrimonio artístico de la asediada capital: 20.000 pinturas, 12.000 objetos preciosos, centenares de tapices y más de un millón de libros. Sigue con el azaroso traslado de las piezas a Valencia y Cataluña, y finalmente a Ginebra, donde se montaría una exitosa exposición en el verano del 39 con lo mejor del Prado antes de que las piezas regresaran a la España de Franco cinco meses después del final del guerra civil.