La escritora leonesa apela a la palabra como un «don inapreciable» en su discurso de ingreso
Margarita Arroyo entra en la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía
La poetisa, nacida en Boñar, homenajeó al escritor zamorano León Felipe
? La escritora leonesa Margarita Arroyo apeló ayer a la defensa de la palabra «como un don inapreciable», durante su discurso de ingreso como miembro de número en la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía en un acto celebrado en la basílica visigótica de San Juan de Baños. La poetisa, nacida en Boñar y residente en la localidad madrileña de Colmenarejo, agradeció su ingreso y mostró su admiración a los académicos de los que dijo «son un ejemplo de lo que es proteger ese territorio patrio, doméstico y universal que es la lengua castellana». Arroyo, que homenajeó al escritor zamorano León Felipe, explicó que era la mejor elección que podía haber hecho «porque le admiro, es poeta, castellano y leones, y es, como yo, farmacéutico». Durante su alocución, en la Basílica visigótica de San Juan de Baños (Palencia), construida entre el siglo VI y VII a petición de Rescesvinto, definió a León Felipe con la palabra búsqueda, »y es que toda su vida fue una intensa, imparable y desesperada búsqueda. En este punto fue cuando parafraseó a Neruda para decir que León Felipe «era un infolio joven y amarillo en el que todos los versículos, los aprendizajes, las referencias, la sabiduría, la ternura estaban perceptiblemente escritos en su gesto». En su descripción y viaje por la vida del poeta de Tábara de Aliste (Zamora), Margarita Arroyo utilizó también la descripción de Leopoldo de Luis, quien dice «místico y rebelde, así era León Felipe, poeta de la parábola». «Fue un gran desmitificador», aseguró la nueva miembro de la academia de poesía antes de explicar que «lo hizo con la política, los partidos, las normas preestablecidas e incluso con el propio infierno». Los académicos Luis López Anglada, José María Muñoz Quirós y José María Fernández Nieto fueron quienes promovieron el ingreso de Arroyo en la Academia, y fue el último quien calificó su poesía como de «compleja en sus raíces, pero extraordinaria».