«Yo me dejo llevar por lo que veo»
El pintor es un estupendo paisajista y en esta exposición podemos apreciar dos formas bien diferentes de enfrentarse con la naturaleza, en unos casos el trabajo es cuidado, meticuloso, pintado como tirando de las riendas, contiendo el artista su mano para que nada se le escape. En cambio, en otros momentos, el vigor y la fuerza se adueñan del lienzo, el gesto cobra el papel de protagonista y el cromatismo se desboca. «Todo depende del paisaje al que te enfrentes y el momento que estés viviendo. Yo me dejo llevar por lo que veo, por lo que siento, y trato de expresarlo, casi inconscientemente, de la forma que me parece más adecuada». En los cuadros, sobre todo en los dibujos, de Gómez Domingo las figuras están apenas sugeridas, se esconden tras un velo de misterio que el espectador debe encargase de descorrer. «Se trata de hacer una obra muy abierta para que sea el espectador el encargado de terminarla. No cabe duda de que un cuadro se hace de forma conjunta, uno lo pinta y otros lo interpretan. Hasta que esto no sucede la obra no está terminada. A mí no me interesa cerrar el cuadro, decir: esto es un ojo. Lo difícil es que el ojo acabe apareciendo ante la mirada del espectador sin que el artista lo haya dibujado con detalle. La sugerencia es muy importante». Una de las facetas más conocidas del artista es la ilustración, cuya mejor muestra son sus habituales trabajos para el suplemento de Diario de León El Filandón. « La ilustración es para mí un banco de experimentos. Para poner imágenes a un relato hay que penetrar en el alma de quien lo escribió. Es una experiencia muy gratificante porque cada año yo me convierto en treinta personas diferentes para ilustrar los relatos que se seleccionan en el concurso del periódico». Gómez Domingo pinta y enseña, enseña y pinta... «Yo siento las dos profesiones de una forma apasionada. Creo que la enseñanza es muy creativa, tu tienes que aportar algo a la personalidad de cada alumno».