Por un sendero de piedras

Para un artista, no resulta nada sencillo volcar toda su actividad en un sólo elemento. María José Rodríguez Escolar, después de un largo camino por el mundo plástico, abandona las figuras y los discursos que presidían sus obras, para adentrarse en un mundo árido y pétreo, cada vez más personal, que la encamina directamente a la abstracción. Sus mujeres contemplando un lejano horizonte de montañas mágicas, sus cajas conteniendo poemas y arquitecturas de arena, se han convertido en piedras debido quizá a un mágico hechizo, en universos cerrados poblados de cantos rodados, de lajas trabajadas por el tiempo desde los principios del planeta. Las piedras son, en este caso, el pretexto que la pintora emplea para dar rienda suelta a su febril actividad creadora y los resultados son extraordinariamente gratificantes para el espectador. La artista nos cuenta los fundamentos de esta etapa de su carrera. «Quería hacer un trabajo plástico basado exclusivamente en la composición y el color. Las piedras llegaron a mis cuadros de una forma casi inconsciente hace unos tres años y cada vez tomaron más cuerpo en mi intento de contar con un elemento repetitivo. Pretendía que la composición, la autonomía y la personalidad de cada cuadro vinieran dadas directamente por los colores y la distribución de ese elemento en el lienzo. A pesar de la monotonía de las piedras presentadas con reiteración, creo que los cuadros son muy diferentes entre sí. Estas piedras, escogidas al azar, pueden sugerir desde un paisaje lunar o submarino, hasta un trozo de capitel o las ruinas de un monumento clásico». María José es una pintora nómada. «He vivido en países muy diferentes, en Siria, en China, en Marruecos... donde he conocido paisajes diferentes y culturas muy distintas a la nuestra. De alguna manera he querido contar mis vivencias en estos lugares en cuadros mucho más narrativos que los que pinto en estos días. Mi idea era comparar el poder de la naturaleza en contraposición con la fuerza de la mano del hombre». Tanta piedra ha tenido un tiempo para su recolección. «Son mi trabajo de los últimos dos años y medio. Pero es un camino ante el que aún tengo largas perspectivas. Creo que mis últimos trabajos están enfocados hacia la abstracción y que esta será mi próximo discurso». Joven, viajera y embebida en las piedras de un camino que cada vez está más sublimado, en un camino plástico que se pierde en las brumas de la imaginación, del informalismo, Rodríguez Escolar cierra la temporada de Sardón con una de las mejores exposiciones.