Murió Compay, el patriarca del son

Quería vivir hasta los 115 años, como su abuela, y luego pedir una prórroga. Pero la vida no se la dio. La muerte, eso sí tuvo que perseguirlo hasta encontrarlo en su casa de La Habana a los 95 años. «No la esperaré en un rincón», había dicho. Máximo Francisco Repilado Muñoz (Sibodney 1907), conocido como Compay Segundo, disfrutaba de una segunda y dorada juventud musical que había llevado a este viejo trovador (empezó su carrera a los 14 años) a convertirse en el rey del son. Un paro cardíaco, precedido de una insuficiencia renal, acabó ayer con su voz ronca y pícara sonrisa, que casi siempre coronaba en carcajadas. Con su muerte, temas como Chan Chan o Macusa pasan a la historia. Compay saltó a la fama mundial en 1997, con su participación en el álbum Buena Vista Social Club , en la que el guitarrista Ray Cooder había reunido a un grupo de veteranos trovadores. El disco, que luego se convirtió en película de la mano de Win Wenders, obtuvo un premio Grammy, lo que le abrió las puertas al mercado internacional. Su trabajo, sin embargo, ya había sido reconocido en España en 1996 por Santiago Auserón, de Radio Futura, que le ofreció la oportunidad de promocionarse con la publicación de una antología de sus canciones. Un poco antes, en 1994, el empresario vigués Javier Villar le ayudó en su conquista de España y Europa. Lo contrató para actuar en su pub y arrasó. El resto es historia. En el 2000, ya consagrado a nivel mundial, regresó para participar en el festival Para Vigo me voy y su voz también se pudo escuchar en A Coruña y Santiago. Su vinculación con Galicia lo llevó a colaborar con la ONG de Pontevedra Proyecto Mundo, para la que grabó Guantanamera dentro del disco solidario Así cantan los niños de Cuba .