Una biografía desmonta el tópico de Prim como conspirador

La figura de Juan Prim, conde Reus y uno de los artífices del destronamiento de Isabel II, ha quedado reducida con frecuencia a la de simple conspirador. Pero Prim fue mucho más que un conjurado. Según Emilio de Diego, autor del libro Prim. La forja de una espada ( Planeta), el militar fue un estadista que intentó armonizar los intereses de Cataluña y España. «A pesar de su anticlericalismo, Prim entendió que la Iglesia católica tenía un papel que desempeñar». Según el profesor, Prim fue uno de los primeros en darse cuenta del poderío estadounidense. Durante la presentación del libro, que tuvo lugar en el Salón de Pasos Perdidos del Senado, se puso de manifiesto que el político progresista conjugó a la perfección su condición de «soldado, español, catalán y liberal». Aunque se confesaba monárquico, Prim fue un revolucionario que antepuso el cumplimiento de la Constitución a su lealtad a Isabel II. Por eso, cuando la reina traicionó los principios constitucionales, apostó por Amadeo de Saboya.