Los investigadores quieren saber si el Heidelbergensis vino de África o se «transformó» aquí
Hallan campamentosen Atapuerca que revelan la evolución del Homo Antecesor Cien personas excavan en el yacimiento
Hay una laguna de 400.000 años cuya solución puede estar en la Gran Dolina
El yacimiento Gran Dolina, ubicado en la sierra burgalesa de Atapuerca, está dejando al descubierto campamentos relacionados con el Homo Heildelbergensis que datan de hace 300.000 a 400.000 años, con los que se está tomando información acerca de una transición tecnológica que ocurrió en el Pleistoceno Medio, cuando esta especie fue capaz de hacer evolucionar su tecnología hasta el modo 3, conocido como Musteriense, que se trata de la tecnología de los Neanderthales. Así lo anunció uno de los codirectores del yacimiento, José María Bermúdez de Castro, quien asimismo recordó que el Homo Antecesor es el descubrimiento «por excelencia» en Atapuerca, «porque es una nueva especie que está revolucionando lo que sabemos de los homínidos en Europa en la época del Pleistoceno». El yacimiento Gran Dolina sacó a la luz los restos del Homo Antecesor, por lo que los responsables de los trabajos tienen esperanza de conocer cómo fue la transición entre el Homo Antecesor y el Homo Heildelbergensis, «que es la pregunta que tenemos que contestar y quizá la Gran Dolina nos dé la respuesta». «Entre los 800.000 años que tiene el Homo Antecesor, según los restos aparecidos en Gran Dolina, y los 400.00 años de la Sima de los Huesos, donde ha aparecido la colección más importante de Homo Heildelbergensis de Europa y una de las más importantes de esta especie, lo interesante es conocer la laguna, es decir, los 400.000 años de diferencia, que son mucho tiempo», explicó Bermúdez de Castro. Asimismo, el responsable del yacimiento centró su interés en conocer lo sucedido en ese periodo de tiempo, «saber si se trata de una población nueva llegada de Africa con una nueva tecnología o si se trata de una evolución del Antecesor al Heildelbergensis en Europa, aunque tampoco sabemos si se produjo un intercambio genético entre dos poblaciones: la que estaba ya instalada en Europa y la nueva especie llegada de Africa hace 600.000 años». La Sima del Elefante Por su parte, el yacimiento Sima del Elefante fue encontrado en 1996, y se trata de la zona más antigua de todo el yacimiento, ya que la parte inferior supera el millón de años. Además de los restos de animales vinculados al medio acuático, como hipopótamos, águilas pescadoras, castores, aves y rinocerontes, entre otros, se encontraron evidencias de ocupación humana, que en su momento arrojaron datos importantes. Este yacimiento, en el que trabajan doce personas, presenta una fase intermedia estéril, aunque en la parte superior han aparecido restos de grandes mamíferos, aunque los restos de ocupación humana de hace 150.000 años provocan un salto en el tiempo que desplaza a los expertos a lo largo de un millón de años y que llegaría al tiempo de los Neanderthales. El trabajo continúa después de que las piezas pasen por el río, donde otros voluntarios trabajan en la limpieza del sedimento, para luego ser trasladados a un improvisado laboratorio instalado en la residencia de Burgos en la que todos los trabajadores conviven durante la campaña. Trabajo de laboratorio En el laboratorio cada pieza queda registrada en unas hojas en la que se especifica el tipo de material, su forma y la pieza, aunque posteriormente son dibujadas en una cuadrícula para después comprobar que los datos son exactos. Cuando todo el material está revisado, éste pasa al lavado y después a la lupa, donde se comprueban los huesos y las alteraciones que presentan, como las marcas de corte. Las más de 110 personas que trabajan a diario en el yacimiento encuentran entre 2.000 o 3.000 objetos como fósiles y piezas de industria lítica que van completando los conocimientos sobre ese campamento del Homo Heildelbergensis. La labor diaria se centra en la excavación, para después pasar a tomar datos «muy precisos» de los hallazgos. Posteriormente, el material va al laboratorio, donde se limpia, se seca, se consolida y se le pone la etiqueta, para clasificarlo posteriormente con el fin de introducir los datos en el ordenador y crear fichas completas de cada uno de los objetos encontrados. La cueva Cobacha de los Zarpazos, que se llama así porque en sus paredes han quedado marcadas los arañazos de un oso, encierra en su interior un yacimiento que ha sido visitado en varias ocasiones por grupos humanos y por animales, sobre todo carnívoros, cuyos restos pertenecen al Pleistoceno medio, entre los 400.000 y los 100.000 años de antigüedad. En aquella época, la cueva se fue llenando de sedimentos y cada vez que esto sucedía, diferentes grupos humanos y de animales entraban y pasaban un tiempo en su interior. De este modo, lobos, leones, panteras, linces, gatos monteses, caballos, ciervos o grupos humanos eran visitantes habituales de la cueva, donde dejaron las huellas de su actividad a través de instrumentos líticos. En la cueva trabajan ocho personas, aunque la perspectiva a medio plazo es excavar una superficie que posteriormente se convertirá en cavidad museística, en la que se creará una estructura de tres metros cuadrados con restos en superficie que contengan instrumentos y restos de animales, como las marcas de oso.