El controvertido montaje del valenciano Carles Santos es fiel al texto original de Aristófanes
Polémico estreno de la ópera-teatro «Lisístrata» con actores semidesnudos
Algunos espectadores abandonaron el teatro gritando que era un sacrilegio
El último experimento del compositor valenciano Carles Santos es una ópera-teatro, una onírica Lisístrata , surrealista y delirante, con una puesta en escena arrolladora que no dejó indiferentes a los espectadores que acudieron al segundo estreno del Festival de Teatro Clásico de Mérida. El espectáculo se enfrentó al rechazo de algunos asistentes -hubo incluso quien gritó que se estaba cometiendo un sacrilegio y otros se marcharon antes de que concluyera- y a la entrega de otra parte del público, que apreció en la obra los componentes heterodoxos e iconoclastas de los que se ha nutrido siempre el arte para evolucionar. El montaje es en el fondo fiel casi al detalle al texto original de Aristófanes -algunos fragmentos incluso se han mantenido en griego-, aunque las formas de llevar a la escena la comedia clásica la alejan de cualquier costumbrismo. Sobre un escenario desnudo, desfilan en un movimiento constante actores, cantantes y músicos, recreando el desconcierto y la angustia de una especie de pesadilla, porque la guerra es el trasfondo, y la lucha de las mujeres capitaneadas por Lisístrata contra el ardor guerrero de sus compañeros, que las deja frías y solas y desgarra las vidas de los hijos que ellas paren. Por eso, las griegas deciden que hasta que cesen las guerras permanecerán en huelga de sexo contra sus maridos. Este argumento se complementa en la escena con motos a toda velocidad, un coche con una gran esfinge blanca encima, un gran bombo culminado por una streaper que danza sugerente alrededor de una barra, grandes falos integrados en un espectacular vestuario y otros elementos que forman de modo pasajero la escenografía.