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| Reportaje | Desmitificando el «granero de España» |

A un lado y a otro del Cea

Javier Callado, en la imagen, también es autor del libro de investigación «La incógnita leonesa»

Publicado por
Emilio Gancedo - león
León

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Javier Callado Cobo (León, 1963), Juan José Sánchez Badiola (León, 1964), y Javier Pérez Gil (San Andrés del Rabanedo, 1977) ya intuían desde hacía tiempo que la extensa zona conocida como Tierra de Campos ocultaba una realidad más rica, variada y compleja de lo que la mayoría de las veces suele presentarse, pero desconocían que la realidad de esta tierra llana llegase a ser tan fascinante. El resultado de sus esfuerzos de investigación ha sido El mito de Tierra de Campos. Ensayo en torno al disimetrismo del río Cea , un completo y riguroso estudio acerca de la realidad histórica, económica, demográfica y artística de esta comarca. Libros y guías de viaje nos dicen que Campos es una comarca natural que comparten las provincias de León, Palencia, Valladolid y Zamora, y tradicionalmente se ha venido definiendo como de gran sequedad y planitud, siendo considerada incluso como la quintaesencia de Castilla o «el granero de España». Estos tres autores, en cuanto leoneses, se han fijado muy especialmente en las características de la supuesta parte leonesa de Tierra de Campos, descubriendo una serie de diferencias sustanciales con el territorio del otro lado del Cea. En primer lugar, en el nombre. Nadie de El Burgo Ranero, Santas Martas o Villamuñío llama a su zona «Tierra de Campos»; comentan los autores del libro, y si le han de dar un nombre, éste es el de «Páramo» o «Páramo de Payuelo». La confusión de esta denominación con la del otro Páramo Leonés y las generalizaciones de la administración y los medios de comunicación han acabado englobando dentro del ámbito terracampino a zonas muy diferentes entre sí. Por una parte, el análisis de la estructura y tamaño de los pueblos arrojan situaciones divergentes: así, mientras en la Tierra de Campos de Palencia y Valladolid los núcleos de población suelen ser grandes, con varias iglesias y un urbanismo que responde a un diseño concreto y prefijado, en Payuelos existe un sistema de aldeas pequeñas y muy numerosas, cercanas entre sí, casi siempre con una única iglesia y sin un urbanismo prediseñado. La causa de estas diferencias es, como se explica con detalle en el libro, el hecho de que los suelos leoneses son de tipo terciario y los de las otras provincias, cuaternario, más rico. Campos se especializó pronto, por sus buenas aptitudes agrarias, en la producción de trigo, mientras que la parte leonesa, de suelos más pobres, practicaba una variedad de cultivos que iba desde el centeno a los pastizales. Además, la existencia de fuentes y abundantes arroyos en Páramo hizo posible el mantenimiento de ganado vacuno, ausente en toda la otra zona. El resultado de todo ello fue que en Campos la propiedad de la tierra se concentró en pocas manos, y el resto de vecinos llevaban a cabo oficios artesanales. Además, se roturaron todas las áreas boscosas para sembrar trigo, ya que les resultaban más ventajoso comprar la madera en otros lugares. La riqueza que acumularon estos pueblos en épocas donde el trigo era la producción más preciada hizo que se pudieran erigir las impresionantes iglesias de piedra y conjuntos monumentales que podemos admirar hoy en pueblos como Frechilla o Medina de Rioseco, además de muchos lugares abandonados por la administración. Mientras, en León se continuaba con prácticas concejiles, con una sociedad homogénea en la que todos los vecinos poseían tierras, practicando predominantemente la ganadería y manteniendo áreas de bosque y pastizal. De esta manera, el libro concluye que, aunque estas zonas puedan parecer iguales a un primer vistazo, lo cierto es que sus realidades han venido siendo muy distintas a lo largo de la historia.

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