Un festival con caras muy conocidas
Entre el público que se da cita en Bayreuth siempre hay una cierta presencia española. Este año acuden a las representaciones el director de orquesta Pedro Halffter, hijo del compositor Cristóbal Halffter, quien ya ofreció el pasado año sendos conciertos en el Festival de Jóvenes Artistas al frente de una orquesta sinfónica internacional de jóvenes y ha vuelto a ser invitado este año. Otras caras conocidas que este año podemos encontrarnos en Bayreuth son las del director del Festival de Música de Canarias, Rafael Nebot, el director de orquesta Víctor Pablo Pérez y el ex director técnico de la orquesta de Valencia y crítico musical de la revista Scherzo Justo Romero, una fuente de sabiduría wagneriana. Pero la cara que este año todos echamos de menos en Bayreuth es la del llorado Ángel Fernando Mayo, fallecido hace un mes y que desde hacía más de treinta años acudía fielmente a la cita con su amado maestro. Nunca será lo suficientemente reconocida su labor impagable durantes cuatro décadas en favor del caso Wagner como a él le gustaba llamar al festival. Pero la figura que atrae todas las miradas de los allí presentes es la del director de orquesta alemán Christian Thielemann, que dirigió el Tannhäuser en montaje de Arlaud, con el debut de Glenn Winslade, algo escaso de potencia, en el papel protagonista.