| Reportaje | La historia se repite |
El vasto legado del medievo
En 1469, veintitrés años antes de que Cristóbal Colón descubriese América, el obispo italiano Giovanni Andrea publicó una novela, conocida como Apuleyo , en la que reivindicaba el latín clásico romano. En el escrito afirmaba que estaba surgiendo un nuevo latín que se alejaba de la esencia clásica de la lengua y que se denominaba latín de la edad media. Esta definición posteriormente se utilizó para conocer esta vasta época que recorre diez siglos de la historia de la humanidad. Mil años que tradicionalmente se han visionado como oscuros, atrasados y carentes de civilización. Pero lejos de esta percepción histórica, el siglo XXI le debe mucho a la Edad Media. Sin la herencia de este largo período (del siglo V al XV) no cabría entender instituciones políticas como el parlamentarismo (en la capital del Reino de León se convocaron las primeras Cortes de la historia de la humanidad, concretamente en el año 1188, algo de lo que convendría acordarse de ves en cuando); legados de cultura, como las catedrales o las universidades: persistencia de categorías mentales, como el sentimiento del pecado o el afianzamiento del amor conyugal; inventos que forman parte de nuestra cotidianeidad (el reloj, el endoso de un cheque, el tenedor, el papel o las gafas); y otros comportamientos y costumbres. Asimismo, la organización política actual de la España de las autonomías tiene mucha similitud con la existencia en la Edad Media de los cinco reinos medievales con sus fueros y leyes. También tiene lugar el primer acta de la Unión Europea. En el año 800, en la noche del 24 de diciembre, el entonces Papa León III corona como rey a Carlos el Magno, reconociendo así sus extensos territorios a lo largo del continente europeo. Además, en este lapso de tiempo nos encontramos con el antecedente más lejano al sistema económico actual: el origen del capitalismo tiene lugar en este período. Del trueque material en el intercambio comercial se pasó al cambio en papel moneda, que pronto adquirió el valor físico suficiente como para convertirse en el patrón de cambio que perdurará hasta nuestros días. «Decir Edad Media ha conllevado durante centurias a hablar peyorativamente de una época oscura, de tinieblas, a caballo entre la civilización greco-romana y el esplendoroso renacimiento, sin embargo, le debemos mucho a la Edad Media sin saberlo», afirma el catedrático de Literatura Española Medieval Nicasio Salvador, que dirige a lo largo de esta semana en El Escorial el curso de la Universidad Complutense de Madrid sobre La Edad Media y el Siglo XXI , donde se mostrado la vigencia de esa tradición medieval en el mundo actual. Aprender de la tradición medieval Pero en la Edad Media también sucedieron otros acontecimientos escabrosos, cuando el sistema vigente tocaba a su fin y comenzaba a surgir el concepto de Estado Moderno. La maquinaria de la Inquisición se puso en marcha y con ella se produjo un cambio trascendental en la concepción del delito. Por primera vez el acusado era considerado como posible culpable antes de ser juzgado y tenía, por lo tanto, que demostrar su inocencia. «Es cierto que tiene borrones como el inicio de la Inquisición cuando la Edad Media llegaba a su fin, y que surgieron problemas que no consiguieron resolver ni hace quinientos años ni tampoco en la actualidad», asegura Salvador, que citó entre otros ejemplos la presencia aún en nuestra sociedad del desarrollo social del miedo ante cualquier caso, «antes a la peste, ahora al medio ambiente»; la persecución del disidente; los derechos de las minorías y el tabú a lo extraño. «En la Edad Media -continúa el catedrático-, también se reconoció la inutilidad de la guerra, ya que siempre volvemos al statu quo anterior, y, desgraciadamente, los políticos de hoy siguen sin conocer la historia». Nicasio Salvador subraya que a más de uno le vendría bien echar un vistazo a la historia del medievo para posicionarse con absoluta firmeza en temas de tan rigurosa actualidad como es el nacionalismo en nuestro país. «Cierto que en aquella época los asuntos políticos se concebían de diferente manera, pero no es malo mirar hacia atrás y ver lo que ocurrió y no caer en el error de olvidar el pasado sin más», destaca el catedrático de Literatura. «Como si el tema vasco viniera de ahora, cuando se sabe que el problema del nacionalismo ya estaba presente en la Edad Media», objetó.