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«Enfoco cada uno de mis recitales como si fueran canciones populares»

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m. a. n. | león
León

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Poseedora de una de las voces de soprano más hermosas de toda la historia de la lírica, la neozelandesa Kiri Te Kanawa ha sido una de las cantantes más aclamadas por la crítica desde que en 1971 hiciera el papel de la Condesa en Las Bodas de Fígaro al que siguió en 1979 el de Doña Elvira en el film de Joseph Losey Don Giovanni. Dama del Imperio Británico desde 1982, su carrera ha sido una de las más elegantes del panorama operístico internacional y sus papeles como Desdémona en el Otello de Verdi, la Mariscala en el Caballero de la Rosa y Arabella ambas de Strauss, son ya leyenda. En estos momentos en los que sólo ofrece unos cuarenta conciertos por año, Kiri Te Kanawa ha vuelto a los escenarios españoles, once años después de sus apoteósicas actuaciones en el Teatro de la Zarzuela de Madrid y en el Liceo de Barcelona. Con 58 años y una carrera que abarca más de treinta años sobre los escenarios más prestigiosos del mundo, Te Kanawa afirmó que es en el recital donde se siente más cómoda y culpó a la edad sus cada vez más contadas apariciones en la ópera, «porque cuando una se hace mayor es mejor dejarla para los más jóvenes. La ópera tiene una línea argumental continua, mientras que el concierto consiste en una serie de historias pequeñas», puntualizó la soprano. Con un repertorio abarca todos los estilos y épocas, desde le jazz hasta el clásico pasando por el pop. Kiri siempre ha sabido captar a los públicos más dispares con esa voz de cristal única. «Enfoco mis recitales, como si fueran canciones populares especialmente si tienen palabras encantadoras y un aire atractivo. Eso es importante tanto si la música es de Wagner como si es de Andrew Lloyd Webber. Un ejemplo lo tenemos en André Previn, que tocó el piano en mi álbum del jazz Sidetracks y luego condujo la orquesta cuando registré la opereta de Johann Strauss Die Fledermaus».