La soledad del hombre engendra monstruos

Juan Vallejo es un pintor con universo propio, un artista comprometido que nos traslada con su obra a un mundo poblado de seres fantásticos, de terroríficos hermafroditas que, con indiferente osadía, igual habitan los escenarios tenebrosos del Apocalipsis, que se convierten en símbolos de la tragedia humana a través de una representación tremendista y desgarradora de los cinco sentidos. Vallejo es un artista enamorado del dibujo, para él la pintura parte siempre del dibujo y el dibujo nace directamente de lo más profundo del hombre, «somos libertad y del dibujo emana libertad», dice. El pintor burgalés presenta estos días en la sala Lucio Muñoz de la Junta una exposición en la que pueden verse obras de diferentes épocas, desde la primera mitad de los años setenta, hasta el momento actual. Trabajos realizados a partir de las más variadas técnicas: óleo, dibujo, acuarela... pero siempre con una temática llena de metáforas, preñada de intencionados simbolismos, a caballo entre el más desgarrado expresionismo y el más poderoso surrealismo. La pintura de Vallejo no deja a nadie indiferente, causa siempre un fuerte impacto en un espectador que se encuentra desarmado e indefenso ante la violenta narración que de ella emana. La muestra consta de 350 obras, algunas de ellas, por razón de espacio, no han llegado a León. Juan Vallejo nació en Burgos y allí comenzó su carrera de pintor. «Mi primera exposición la realicé a los 18 años en el Arco de Santa María. En aquellos tiempos viví un largo periplo viajero. Tuve la suerte de volver y poder encargarme de pintar los murales de la Escalera Imperial de Monasterio de San Pedro de Cardeña, en el año 1971. En el 90 fueron los monjes de Silos los que me encargaron la decoración de la Sala Capitular y el Refectorio. Estas obras contienen ya el substrato en el que se pergeñó esta Apocalipsis y los 5 sentidos que ahora podemos ver aquí, en León». El artista explica los fundamentos de su trabajo, dice que «en lo más profundo del ser humano están la soledad, el destierro de sus mitos y de la religión, sus carencias y sus limitaciones. En mi obra se reflejan perfectamente los anticristos, los reyes, los hombres que han tenido singularidad, los grandes dioses... en definitiva el ser y el no ser».