| Entrevista | Paulo Coelho |
«Jamás he escrito una palabra por dinero»
Vuelve el «huracán» Paulo Coelho. Este «rey Midas» de la palabra escrita, que va camino de alcanzar los cincuenta millones de libros vendidos en todo el mundo, explora en su última novela - Once minutos ( Planeta)-, las fronteras del sexo y el amor. Coelho (Río de Janeiro, 1947) da voz a María, una prostituta brasileña que se pondrá a prueba en Ginebra para explorar el mundo de los sentimientos y descubrir su propia fisiología por los caminos del dolor y el placer. -¿Esta novela nos invita a descubrir los límites de la sexualidad y del amor y a adentrarnos en la parte mística del sexo? -Antes que mística, yo diría la parte sublime. Nuestra sexualidad es algo muy complicado. Mentimos sobre ella, pero tenemos una excusa para mentir. Lo hacemos para que el otro se sienta bien. El tema central del libro es que la sexualidad no son esos «once minutos» que, más o menos, consume un coito en un encuentro sexual. -¿Parte de una experiencia propia? -La idea central de libro fue a través de muchos personajes que soy yo y teniendo la base real que tiene el personaje de María, comprender mi propia sexualidad. Su diario son mis reflexiones. -María tiene dos parejas especiales que le harán descubrir lo mejor y lo peor de sí misma. ¿Dos caras de la misma moneda? -Sí. Explora y se deja seducir por ambos. Se siente atraída por los dos. Eso nos pasa a todos con el dolor y la felicidad. A menudo no es nuestra mejor parte la que nos atrae más. Nos sentimos seducidos, llevados por lo peor que hay en nosotros. Cuando nos dejamos gobernar por lo peor de nosotros mismos podemos justificar todas nuestras frustraciones y culpas. El problema de María es que se deja llevar de lo peor y de lo mejor. -María asegura que en la búsqueda de la felicidad estamos todos suspensos. ¿Es así? -La verdad es que la idea de la soledad del hombre, que es clásica, se vive como algo humillante. Buscamos compañía, pero queremos dar a entender que no dependemos de nadie. Pero siempre dependeremos. Ese el problema que tiene María en su empeño por buscar la felicidad. Se encontrará con su propio destino de modo sorprendente. -¿Estaría preparado para un fracaso, para que un libro suyo no se venda masivamente en todo el mundo? -Desde luego. Jamás he escrito una palabra por dinero. Gracias a El alquimista tendría suficiente dinero para vivir cinco reencarnaciones. No me preocupa vender o no vender.