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FESTIVAL INTERNACIONAL DE ÓRGANO

Wagner salvado de las aguas

Publicado por
MIGUEL ÁNGEL NEPOMUCENO
León

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LA MAGNÍFICA lectura que anoche hizo el organista sajón Hansjörg Albrecht sobre el preludio del acto I de Los Maestros Cantores de Nürenberg, de Richard Wagner así como del impactante y preciosista Cuadros de una exposición, de Mussorgsky, ha vuelto a suscitar la eterna controversia de si lo verdaderamente esencial para popularizar la música y, en concreto, la de algunos compositores es presentarla bajo este tipo de trascripciones que sin llegar a lo verdadero si, a cambio, se nutre de la esencia de lo que el autor quiso trasmitir a veces sin conseguirlo. Pero no hay que asustarse. No nos referimos a la posibilidad, frecuentemente utilizada hace ya algunos años, de hacer versiones modernas de obras clásicas con la pretendida -y no conseguida- finalidad de popularizarlas. Creo   que Albertch no iba por ese camino cuando anoche hizo vibrar hasta los cimientos la vieja Catedral con unas versiones rompedoras, especialmente la suya sobre Mussorgsky. Sus intenciones fueron más lúdicas, de acercamiento a públicos heterogéneos y  menos avisados en cuestiones técnicas que los habituales y, no cabe duda que lo consiguió especialmente con Wagner.  Hoy, cuando parece que la música del autor del Tristán es para «entendidos» sorprende la familiaridad de sus melodías, de sus temas y de sus estructuras idiomáticas, que las hacen sumamente atractivas y digeribles, sin que esos sambenitos de modernista, plúmbeo o ininteligible para oídos poco acostumbrados, tengan peso alguno a la hora de una escucha atenta y bien interpretada. Cuando algunos críticos musicales -normalmente los no wagnerianos-, insisten machaconamente en que lo que ha quedado de Wagner es básicamente la música y que el resto de la obra de arte total no ha tenido apenas importancia, cometen el error característico de ese actual reducido círculo intelectual y elitista de aficionados a la ópera. Más bien tendrían que decir que de Wagner ellos únicamente han dejado la música. Lo que ocurre es que los dramas wagnerianos se han confundido actualmente con la ópera y es más tema de conversación entre aficionados a la música que a la poesía, pero ello no desdice el hecho, evidente, de que lo que diferencia a Wagner de los otros músicos es precisamente que la música no es lo más importante, o, en todo caso, tan importante como los otros aspectos. Sobre la argumentación, también frecuentemente utilizada, en el sentido de que mucha gente escucha la música de Wagner de manera aislada, -aquí en León ni de forma aislada, porque sencillamente no se programa nada de este autor, que parece maldito para muchos y sigue colgando de él el estigma del antisemitismo más trasnochado, que sólo tiene validez en las mentes subalternas de quienes no lo han escuchado ni en la sintonía de un desodorante-, oberturas o preludios, o a veces simplemente se limita a escuchar sin saber lo que ocurre en el drama. De ahí que es de agradecer y de aplaudir que un artista de la talla de Albrecht nos haya brindado la oportunidad de escuchar a Wagner, aunque sólo sea a través de tubos no muy consistentes, pero la belleza de su música habla por sí sola  sin importar demasiado con qué se toque -aunque el órgano de la Catedral sea lamentable-. Alain o la improvisación del conocido tema leonés Ya se van los pastores fueron meras anécdotas comparadas con es escándalo del órgano, que se «encasquilló» dos veces. Lamentable.

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