Diario de León

Moisés Liébana, Maximiliano Arce y Carmen Marentes, protagonistas

Gaita, chifla y pandero cuadrado esta tarde en la plaza de Botines

La Muestra de Intérpretes Tradicionales aporta el tono musical a las fiestas de San Froilán

Carmen Marentes, con el pandero cuadrado, actúa hoy en Botines

Carmen Marentes, con el pandero cuadrado, actúa hoy en Botines

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Emilio Gancedo - león
León

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Las fiestas del patrón de la diócesis leonesa, San Froilán, abordan esta tarde su aspecto más musical y autóctono con la Muestra de Intérpretes Tradicionales, que llenará la plaza de Botines con los sonidos más característicos del Viejo Reino. Será a las 18.00 horas cuando tres de los más destacados maestros de la tradición musical de esta tierra, verdaderos iconos de la música popular en León, actúen acompañados de danzantes y otros instrumentistas. En concreto, se trata de Moisés Liébana, el gaitero de Corporales, el último eslabón de tocadores de gaita de fole cabreireses que ha conseguido trasmitir a las nuevas generaciones (como por ejemplo a una nutrida cantidad de miembros de su propia familia) el arte de arrancar del viejo odre cientos de alboradas, rondas, jotas y muñeiras que logran situarnos en el paisaje de montañosa belleza de la comarca de La Cabrera gracias a su ronco y arcaico, inigualable, sonido. Otro gran veterano de nuestra tradición musical es Maximiliano Arce, de Rabanal del Camino, tamboritero y humana personificación del espíritu maragato, un virtuoso de la chifla y el tamborín cuya presencia siempre ha sido y es, en toda fiesta y romería de aquella zona, segura garantía de baile y celebración por espacio de horas y horas. Siguiendo una línea ascendente hacia el Norte, la tercera pieza de este mosaico musical la constituye una lacianiega, Carmen Marentes, quien tañerá otro de los instrumentos fetiche de nuestra región, único por su rareza y solemne por su bronco y retumbante sonido, el pandeiru cuadráu. Sin academia Todos ellos tienen en común el hecho de que jamás aprendieron una sola nota del lenguaje musical ni pisaron nunca una academia. Las canciones y tonadas que conocen y ejecutan con deliciosa maestría las aprendieron en casa, en el pueblo, escuchando a familiares u otros músicos y machacándolas una y otra vez durante las interminables horas que se veían obligados a pasar en la soledad del monte pastoreando el ganado. De esa afición y esa voluntad nacieron unos sonidos perfectamente enraizados en la secular vida pastoril, tan característica de León, producto de una tradición oral que a finales del pasado siglo segó el gadaño del progreso, los medios de comunicación y la despoblación rural. Hoy tendremos la oportunidad de escuchar estos sonidos tan puros y tan nuestros, un tipo de música que sólo con acercarnos a escuchar ya estaremos contribuyendo a evitar su desaparición.

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