La Junta edita en un díptico dos trabajos seleccionados por su «calidad, imaginación y valores»
El Museo de León expone los cómics infantiles sobre su colección de lápidas
«Lo que no está escrito» es la primera muestra de la labor didáctica del museo provincial
Lo que no está escrito. Un verano en el Museo de León es el título de la exposición que, hasta el 15 de octubre, ofrece la sede de San Marcos del Museo de León con los trabajos de 62 niños y niñas que participaron durante el verano en la experiencia didáctica que pretende «acercar el legado histórico a los más pequeños». Los niños Javier Vara Blanco, de siete años, y Rodrigo Palanca Page, de 12, ganaron los premios por sus historias Las lápidas y El guerrero vadinense . El primero ilustra en seis viñetas el hallazgo de un objeto arqueológico y su entrega al Museo de León. El segundo habla de la intervención de Diana y los caballos para poner fin a una larga guerra entre los vadinienses y los corzos. La mano abierta, símbolo de paz y emblema del museo, remata esta historia. El museo las edita, como premio, en un díptico que explica la experiencia didáctica. Fueron seleccionadas, según el director, Luis Grau, por la «calidad del dibujo, la capacidad para imaginar una historia y los valores que defienden». En la visita, los niños debían encontrar símbolos que acompañan al mensaje escrito de las lápidas y seleccionar y dibujar los cuatro que más llamaran su atención. Después se realizaba una puesta en común y, finalmente, los niños realizaban un cómic que debía contener al menos tres de los motivos escogidos y reflejar su significado real descubierto durante la charla de grupo. El Museo de León se inauguró oficialmente el día 6 de junio de 1869. Es el más antiguo del país, pero su larga historia está teñida de desventuras y todavía hoy carece de una sede propia. Será en el año 2005, si se cumplen los planes, cuando abra sus puertas en el céntrico efidicio Pallarés que el Ministerio de Cultura compró a la Diputación. Por encima de esta azarosa trayectoria -pareja a la del histórico monumento de San Marcos, que llegó a albergar el Depósito de Sementales- el museo provincial ha reunido a lo largo de sus 134 años de existencia una notable colección procedente de excavaciones, edificios históricos en ruinas, donaciones y compras. «Sobre todo en la serie epigráfica este museo logra excepcional valor», escribió Gómez Moreno. No en vano, el museo escogió como seña de identidad la palma de una mano, que aparece en una lápida votiva del siglo III d. C. encontrada en 1887 en Quintanilla de Somoza. «La mano abierta, cuyo valor como emblema del contacto con lo esencial, se repite desde la Prehistoria (...) y puede relacionarse con múltiples sentidos, entre los que querríamos destacar su valor universal como símbolo de paz», señala Luis Grau.