'León es mi santuario tanto para hacer como para dirigir música'
El emblemático director leonés se pone mañana al frente de la orquesta que lleva el nombre de su padre para ofrecer el primer concierto que esta formación brinda en el Auditorio
Un concierto extraordinario el que esta noche se ofrece en el Auditorio Ciudad de León a cargo de la Orquesta Odón Alonso, dirigida en esta ocasión, con carácter de director invitado, por el propio maestro Odón Alonso, hijo del fundador del mismo nombre. Como solistas invitados, el dúo de pianistas integrado por Lorenzo Alonso, sobrino del director, y su esposa. Y en atril la obertura Egmont de Beethoven, y el Concierto para dos pianos de Mozart para concluir con la Quinta Sinfonía del compositor de Bonn. Un hermoso concierto que zanja de esta manera una deuda contraída por el anterior equipo de gobierno del Ayuntamiento de traer al nuevo auditorio a Alonso ante la orquesta de la que su padre fue fundador y a la que él ha dirigido tantas veces. -Éste es un concierto en el que se cierra un ciclo que comenzó hace sesenta años con su fundación realizada por su padre ¿qué recuerdos le trae aquellos años? -La emoción y los recuerdos me embargan, porque veo cómo una orquesta que fundó mi padre y a la que tanto amor tenía ha crecido de forma espectacular y se ha colocado en un lugar muy digno, con un nivel formidable y todo gracias a la impagable labor de los profesores y personas que la dirigen y la apoyan y un director que ha hecho un trabajo magnífico con ella. Estoy seguro que mi padre se sentiría muy orgulloso de ella y que se emocionaría como yo de verla en este Auditorio por el que todos de una forma u otra hemos estado luchando durante tantos años. Si a ello añadimos que mi sobrino Lorenzo y su mujer, a los que mi padre y yo hemos dirigido en diferentes ocasiones, entonces podrá suponer que este es un momento histórico para mí. Me siento muy impresionado, con mucha responsabilidad y tremendamente emocionado. -Una de las obras que dirige hoy, «Egmont», fue precisamente con la que su padre comenzó a enseñarle los secretos del director. -Yo estaba comenzando y ya me gustaba dirigir, y mi padre, que era una persona con una cultura musical que yo no se de donde la sacó, pero que la tenía, me mostraba una pequeña partitura de bolsillo que llevaba de nombre Egmont y me indicaba las sutilezas y dificultades, además de la hermosura, que esta obra encierra. No se cómo sabía detalles muy concretos de las obras pero lo cierto es que lo sabía enseñar, aunque no le gustaba explicar demasiado. -¿Cómo encuentra a la 0rquesta en estos momentos? -No me gusta ese nombre de Ciudad de León que ahora se le da, puesto que tiene el que siempre tuvo. En estos momentos es una espléndida formación gracias al esfuerzo de sus profesores y sobre todo al de su director titular, Dorel Murgu, que la ha convertido en una formación con identidad propia. En ella hay todavía muchos alumnos de mi padre, y existe un hilo conductor con el pasado del que me siento orgulloso. -Además del «Egmont», y entre las obras que hoy interpreta, está el doble concierto «Kv265» para dos pianos y orquesta de Mozart, ¿es esta una obra frecuentada por usted? -No, es la segunda vez que lo dirijo. Lo hice por primera vez cuando comenzaba en la dirección de orquesta y después lo volví a hacer con las hermanas Padeswky, pero desde entonces no lo he vuelto a poner en atril. Es curioso que hace varios años compré el material para que mi sobrino en un piano y yo en otro pudiéramos tocarlo con orquesta, pero se quedó ahí y yo ya no pude interpretarlo. Va a ser un concierto emocionante para mí y tengo pensado llevarlo, con los mismos intérpretes, para el Otoño soriano que dirijo desde hace varios años.