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El clan de los Ozores recuerda a José Luis «Osama», la primera película afgana tras la represión talibán

El Festival vallisoletano restaura la memoria del cineasta y desvela su faceta humana

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agencias | valladolid
León

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Familiares y amigos de José Luis Ozores, a quien la 48 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid dedica un ciclo, se dieron cita ayer en el Teatro Calderón de Valladolid para recordar y homenajear a una «maravillosa» persona y un actor que, según Dolores Devesa -encargada de realizar su filmografía junto a Alicia Potes-, considera que fue injustamente olvidado. Todos los familiares destacaron el perfil personal de José Luis Ozores o Peliche, como era conocido, una persona a la que calificaron de tierna, entrañable, humana, o con un buen sentido del humor «hasta en los peores momentos», como señaló su hermano Antonio, quien recordó una frase del actor homenajeado: «Los Ozores somos tantos que nunca se puede hablar de ellos porque siempre hay uno delante». En cuanto a las novedades, el director israelí Amos Gitai presentó Alila , una película sobre su país, y aseguró que el conflicto palestino-israelí se «caricaturiza de cara al público a través de los medios de comunicación y las noticias que se publican», mientras que atribuye al cine la función de cambiar esta visión. Además, se presentaron dos grandes películas con contenido muy diverso: ¡Good bye, Lenin! , una obra en la que Wolfgang Becker juega con la comedia y la tragedia para contar las consecuencias de la caída del Muro de Berlín, y The Cooler , de Wayne Kramer, quien relata una historia de perdedores ambientada en un casino de Las Vegas. Además, Alejandro Guzmán presentó su cortometraje Sueños . Osama , de Siddiq Barmak, es el primer largometraje rodado en la nueva era de Afganistán, que se presentó ayer en la Seminci, aunque la historia se remonta al periodo de máxima represión del régimen talibán, evidenciado el papel de sumisión que padecían las mujeres. Varias son las peculiaridades del filme de Siddiq Barmak, distinguido con la mención especial en el Festival de Cannes: rueda con gente corriente de la ciudad, el montaje se hizo en Teherán y la película ha sido posible gracias al Ministerio de Cultura y Guía Islámica de Irán. «Es la historia de unas personas que habían perdido su identidad», dice Barmak.

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