Pintando bajo la lluvia

Ni el sol abrasador de las mesetas carpetovetónicas, ni los vertiginosos vientos de las sierras más escarpadas, ni las lluvias torrenciales, son capaces de frenar los artísticos ímpetus de los aguerridos concursantes de pintura rápida. En la mañana de ayer, mientras unas nubes pavorosamente negras descargaban un diluvio sobre León, más de ciento cincuenta concursantes del 28 certamen Ciudad de León, se enfrentaron a los elementos y plasmaron en sus lienzos los bellos rincones de la ciudad leonesa. Estos artistas forman un nutrido grupo nómada que está presente, pese a quien pese, en las fiestas y romerías de todo el territorio español. No hay nada que les detenga, nada puede impedir que sus pinceles vuelen raudos en busca de la imagen más original, del reflejo más escondido de pueblos y ciudades a lo largo y ancho de España. Ayer, cuando la lluvia hacía presagiar una suspensión, llegaron a León con las mortecinas luces de un amanecer de perros pintores de Salamanca, Ávila, Madrid, el País Vasco, Burgos, Valladolid... incluso se puso ante su sufrido caballete un ilustre samuray nipón que año tras año participa en este certamen. Los premios más bonitos fueron para dos niños de apenas cinco años que soportaron el frío y la humedad con estoica paciencia. Silvia del Árbol y Adrián Natal, recibieron entre chaparrones su bautismo como artistas cualificados. Beatriz Palmero y Ana Belén Díez, lograron los galardones de los 7 y 8 años. En cadetes los premiados fueron, David García, Miguel García Vicente y Sara Rodríguez. En juveniles ganaron, Syntia Díaz, María García y Soraya Triana. El premio grande, el importante, 1.202 euros, fue para el leonés Coque Bayón, y los siguientes para, Diego López, Ismael González, Richard Pérez Franco, Tomás Marbán, Alfonso González Arauzo y Julio Gómez Mena, que se repartieron premios de entre 900 y 300 euros. Y, finalmente, en acuarela, el premio de 600 euros fue para José Antonio Regidor y los de 300 para, José Juárez Pérez y Piedad Santa María. Los participantes, al final de su aguerrida y húmeda aventura, se reunieron alrededor de un cocido maragato en el restaurante Zuloaga y el Hotel París y, después, recibieron los premios, trabajosamente logrados, en el salón de plenos del antiguo Ayuntamiento de la plaza de San Marcelo, en un acto en el que se rindió homenaje a tres artistas que participaron en ediciones de este concurso y se han ido en el transcurso del último año.