Daniel Merino presenta sus mundos mágicos en la galería Arte Lancia

Una de las virtudes más importantes de un artista es conseguir crear un mundo propio, un universo habitado de seres generados por su imaginación que viven en una atmósfera especial, única. El pintor madrileño Daniel Merino lo ha conseguido dando jaque mate a la vulgaridad. Sus «casi infantas», personajes de ajedrez, guiñoles, tiovivos, carnavales y mesas, sus príncipes y magos nos trasladan a las nubes mágicas de los sueños. Colores, luces y sombras, se conjugan en la pintura de este artista para transmitir impares mensajes de belleza, sensaciones de ilusión sin límites. Y todo procede de su imaginación. «Yo no tengo modelos a los que copiar, Mis ojos captan las formas, las transmiten al cerebro y de él salen transformadas para convertirse en los motivos de los cuadros». Viendo la pintura de Daniel Merino, siempre óleo, se diría que parte de unos bocetos muy elaborados, de dibujos muy exactamente perfilados, pero no. «Yo pinto a partir de manchas, manchas que se convierten en sugerencias, en posibilidades, es como cuando en un día lleno de nubes miramos al cielo y estas nos sugieran figuras de gigantes, hadas, caballos o unicornios. Las manchas me invitan a crear los personajes que luego serán protagonistas de mis obras. Es un trabajo laborioso y apasionante en el que la improvisación se impone». Moteja a sus infantas de «casi infantas», porque «creo que ya hay demasiadas en el mundo real, prefiero dejarlas un escalón más abajo... o más arriba, vaya usted a saber». Sorprende la belleza de los cuadros de Daniel Merino la perfecta conjunción entre motivo y técnica, el sabio empleo del color, en los últimos tiempos algo más acentuado. «Sí, creo que me estoy haciendo más atrevido con el paso de los años. Aunque en este momento de mi carrera, llevo ya más de cuarenta años pintando, la evolución es más lenta. En este tiempo he pasado por muchas etapas, pero las actuales cambian muy gradualmente. En los últimos tiempos, desde mi anterior exposición aquí hace algo más de tres años, lo más relevante es la acentuación del color, sobre todo de colores puros que resaltan vivamente en las composiciones. Reyes, caballeros, castillos encantados, personajes imaginarios que viven en el escenario matemático del tablero de ajedrez, son una de las aportaciones más personales del artista. Y junto a ellos esos otros tableros, esas mesas que se convierten en misteriosos bodegones del país de nunca jamás, en bodegones llenos de figuras trasformadas por el color y esa atmósfera especial que emana de toda la pintura con mayúsculas de este veterano artista. Horario: de lunes a viernes, de 11.30 a 13.30 y de 18.00 a 21.00; sábados, de 11.30 a 13.30.