«Bush pone en peligro a todo el planeta»

Mandíbula prominente, ojos claros, afeitado perfecto, actitud relajada, pies descalzos y un mate en la mano. Así se presenta Viggo Mortensen ante la prensa durante una serie de entrevistas concedidas en un hotel neoyorquino. Bebe hierba mate como si fuera un auténtico argentino, aunque sólo lo sea «de adopción», como dice él, ya que pasó los primeros años de su vida en ese país. Domina el español perfectamente, así como el danés, la lengua de su padre. Pero nació en Nueva York hace 45 años y eso lo convierte en norteamericano, aunque hoy se sienta muy poco identificado con lo que el Gobierno de su país está haciendo tanto dentro como fuera de Estados Unidos. De alguna manera parece reproducir los ideales del personaje que le ha hecho mundialmente famoso, Aragorn, el hombre que tuvo que ser rey pese a sus dudas y contradicciones, al que Peter Jackson convirtió en uno de los personajes centrales de la trilogía El Señor de los Anillos . El mastodóntico proyecto llega a su fin el mes próximo con el estreno de El Retorno del Rey. Para Viggo, ha significado su consagración definitiva como actor, una profesión que ejerce desde 1985 y que le había convertido en uno de esos rostros que a todo espectador le resultan familiares pero al que difícilmente se le podía poner un nombre. Hasta ahora. -¿Cómo definiría su paso por esta película? -Ha sido una experiencia inolvidable durante la que he aprendido muchísimo, pero no sólo sobre cine. La calidad humana que he encontrado en este rodaje será difícil de superar. Es una sensación extraña darse cuenta de que este año se termina definitivamente la aventura. -¿Qué le ha enseñado trabajar en este filme? -Lo que he aprendido es que el grupo es más importante que el individuo. Pero al mismo tiempo todo lo que haga un individuo tiene efecto sobre el resto, como fichas de dominó. Por eso creo que este filme contiene enseñanzas universales. Muestra un mundo con matices, en el que ni todos los buenos son completamente buenos ni todos los malos son completamente viles. Y el hombre como individuo tiene mucho poder, aunque desde los gobiernos nos intenten convencer de que no es así, de que todo ha de dejarse en manos de los que nos dirigen. No es cierto, nuestras pequeñas acciones diarias son las que construyen las sociedades. Y en un momento tan difícil como el que atraviesa el planeta, creo que el fondo de El Señor de los Anillos tiene más vigencia que nunca, no es sólo una película de aventuras, es mucho más. -¿Pero cómo se puede luchar, por ejemplo, contra la voluntad aplastante de un Gobierno como el de Estados Unidos? -Votando. Ese pequeño gesto en manos de millones de personas tiene el poder de cambiar el curso de las cosas. Sé que es fácil perder la fe tirar la toalla y mantenerse al margen. Pero eso no ayuda a mejorar una sociedad. Y si somos realmente humildes y conscientes de nuestras responsabilidades, podemos conseguir cambios reales. -¿Consideraría entrar en la carrera política como ha hecho Arnold Swarzenegger? -No, porque ese no es el lugar en que yo creo que pueda aportar algo a la sociedad. Pero por el hecho de ser actor no creo que no pueda opinar sobre política. Se ha hablado de listas negras contra artistas que se oponen al Gobierno estadounidense pero a mí no me ha pasado nada por expresar mi opinión. Al contrario, creo que tanto famosos como no famosos tenemos el derecho e incluso la responsabilidad de hablar en contra de lo que no nos parece correcto. Lo que está claro es que hay que conseguir que George Bush no gane las elecciones porque los intereses que defiende están poniendo en peligro a todo el planeta.